En racimo

Big love (Canal+) es una extraña serie: apunta al drama, bordea lo grotesco, su humor hay que rastrearlo, de tan escondido, y el conjunto, siendo atractivo, puede desconcertar, algo que quizá está en las intenciones del productor, Tom Hanks, y sus creadores. Con su temática de poligamia y religiones estrictas localizada en la mormónica Utah, es una valiente decisión de la cadena programar el arranque de su segunda temporada el día de los enamorados. En el primer capítulo era un placer, como siempre, ver a Chloë Sevigny, una actriz que tiene la capacidad innata de inquietar, haga lo que haga, y también disfrutar de Harry Dean Stanton, que cuando afirmaba lapidariamente "nosotros sólo creemos en Joseph Smith" (el primer mormón) ponía en sus palabras una sombra diabólica. El tono de la serie es oscilante, como ya hemos dicho, y a veces recuerda el espíritu de la premiada película Little Miss Sunshine, aunque los personajes de Big love no sean tan frikis. Es un placer oír la banda sonora con las canciones de David Byrne.

También esta semana se ha podido ver en Canal+, en multidifusión, el excelente documental Irak, la guerra llega al cine, presentado por Àngels Barceló. Lo que en Big love es batalla larvada y bombardeo dialéctico entre las esposas y los arracimados hijos del polígamo, se convierte en este reportaje en verdadero horror bélico: las bombas en racimo de los aviones norteamericanos matan sin discriminar. A través de escenas y entrevistas con los autores de películas recientes, como Leones por corderos, La batalla de Hadiza, Redacted o En el valle de Elah, se comprueba que Hollywood, siempre acusada de escapismo, ha reaccionado esta vez con rapidez y osadía en la denuncia de la criminal invasión decretada por Bush y Blair con el palanganeo de Aznar. Una gesta militar de la que ahora queda, como dice en su entrevista Meryl Streep, "una sensación de falsedad".