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Reportaje:

"Estamos más guapas con velo"

En Andalucía hay 3.500 españoles convertidos al islam. Más de la mitad, mujeres

Quizás la canción Resistiré del Dúo Dinámico tenga poca relación con el mundo musulmán. O ninguna. Pero eso no impide que sea el tema de karaoke más elegido por un grupo de 30 andaluzas que se han convertido al islam y se reúnen cada semana en Sevilla. "¿Discriminadas, de qué?", preguntan entre risas. Se ajustan los pañuelos islámicos. "Ni opresión ni fanatismo. Islam no es eso, de verdad, pero a muchos les interesa que se piense así".

En Andalucía hay 3.500 españoles conversos, de los cuales más de la mitad son mujeres. Sólo en Sevilla viven unas 300. Las estimaciones provienen del representante de la Comunidad Islámica de Sevilla, Juan Antonio Jiménez. "El fenómeno de conversiones comenzó sobre los años ochenta y el número mayor está en Granada", explica Jiménez, también converso y presidente de la Fundación Mezquita de Sevilla.

"Nosotras no le decimos a las monjas que se quiten su toca"

Los miércoles por la tarde, las mujeres -que oscilan entre los 14 y los 55 años-, se reúnen a hacer patchwork, la técnica ancestral que consiste en unir retales. Se juntan en casa de Jadiya Gómez Montaner, conversa de 51 años y enfermera en el hospital de la Macarena. De paso charlan sobre la campaña política o el último cotilleo del grupo. También comen dulces.

"Mira esos pastelitos", señala Jadiya, que es la profesora. "Es una receta de unas monjitas de clausura", explica. "Al fin y al cabo me educaron como católica". Su antiguo nombre era Mari Luz y pasó a ser Jadiya hace ocho años. Poco después de divorciarse. "Fui a hacer un curso de mosaicos y conocí a un grupo de musulmanes. Sentí en mi corazón que allí estaba lo que buscaba".

Las demás, sentadas alrededor de la mesa, escuchan con atención. Hay ruido de costureros, vasitos de té y cucharas que van del plato a la boca. "A mí me pasó igual", apunta Atika. "Pero yo llevo más tiempo de musulmana que de cristiana", cuenta. Hace 20 años que esta sevillana, gerente de una tienda de productos dietéticos, se convirtió. Su hija pequeña, Sulaija, de 12 años, salta orgullosa: "Y yo ya nací musulmana".

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Marian Iglesias es otra de las asistentes. A los 15 años conoció a un chico gallego, de 18, que se acababa de convertir. Ambos emprendieron su viaje vital hacia la religión y hacia al-Andalus. Y aquí llevan 30 años. Su nueva religión les hizo conocer su "sitio en el mundo". "Saber hacia dónde vamos", añade. Una de sus tres hijas asiente ante su madre. Se llama Yamila, "que significa guapa", presume.

Los rumores sobre una posible prohibición del velo les preocupa: "Son libertades de cada uno, que no perjudican a nadie. ¿Cómo se va a legislar sobre ropa? Y si eres gótica, ¿te prohíben el negro? O si te gustan los piercings, ¿te tienes que poner pendientes sólo en las orejas? ¿Hasta dónde llegaríamos así?".

Carima, de 40 años, lleva velo, gafas de pasta y uno de sus cinco hijos en brazos. "Nosotras cubrimos nuestra cabeza con pañuelos de seda, pintados, de colorines... no nos oprime sino que nos embellece. Demuestra que somos musulmanas y que queremos que nos identifiquen como tales. Estamos orgullosas de serlo". Jadiya va más allá: "Nosotras no le decimos a las monjas que se quiten su toca. Estamos mucho más guapas así".

Nssma de Benito, de 21 años, se convirtió a los 14. Cuenta mientras cose que los vendedores de los semáforos la miran extrañados. "El otro día uno me dijo chica, ¿eres una princesa?". Y las demás mujeres, alborotadas por la anécdota, responden: "Pues claro que sí. Todas lo somos. Princesas musulmanas".

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