Desarticulada una red de 128 personas que clonó miles de tarjetas de crédito
La mayoría de los arrestados son rumanos e integraban una banda organizada
Un total de 128 personas han sido detenidas por el Cuerpo Nacional de Policía en una operación desarrollada en varias provincias españolas y en seis países de la UE. Eso ha permitido desarticular una banda rumana especializada en la clonación de tarjetas de crédito mediante la instalación de microcámaras en cajeros automáticos o bien manipulando los datáfonos (lector de bandas magnéticas) de establecimientos comerciales. El monto de lo defraudado asciende, según cálculos policiales, a unos seis millones de euros. Entre los detenidos hay cinco joyeros españoles que estaban compinchados con los delincuentes.
Los detenidos operaban principalmente en la Comunidad Valenciana, Cataluña, Madrid, Canarias y la Costa del Sol, así como en Italia, Alemania, Austria, Bélgica, Holanda, Reino Unido, Irlanda del Norte, República Checa y Turquía. 102 han sido arrestados en España y el resto en esos países europeos.
El modus operandi de la banda consistía en colocar microcámaras y teclados falsos en cajeros automáticos, con los que obtenía los números de las tarjetas y las claves de seguridad. En otras ocasiones lograban los datos manipulando los terminales bancarios desde los que se cobraba a los clientes en joyerías u otros comercios. Para ello, los delincuentes forzaban la entrada de los establecimientos y sustituían el datáfono por otro idéntico en el que habían instalado un dispositivo electrónico que permitía memorizar los datos de todas las tarjetas bancarias utilizadas por los clientes para pagar sus compras. Después, regresaban al establecimiento y daban el cambiazo: recuperaban el datáfono manipulado y reinstalaban el original aprovechando un descuido de los empleados.
Ocho laboratorios
Una vez con esos datos en su poder, los estafadores fabricaban tarjetas falsas en ocho laboratorios clandestinos, registrados por la policía, y vendían el plástico a otros grupos asentados en España y en el extranjero. Para asegurar el uso de las tarjetas robadas, la banda fabricaba también documentos de identidad falsos en tres laboratorios. Los especialistas en el robo de numeraciones y análisis de las terminales de pago con tarjeta integraban una célula en Valencia, mientras que en Málaga residía un grupo de expertos en obtener los datos de los usuarios de los cajeros automáticos.
Con las tarjetas falsas, los delincuentes adquirían joyas, perfumes, ropas caras... que enviaban y revendían luego en Rumanía. Así, obtenían un magro botín, ya que los productos no les habían costado ni un céntimo.
Agentes de la Unidad contra la Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Comisaría General de Policía Judicial han practicado 48 registros en España y en el extranjero. Han encontrado seis impresoras-escáner y otra específica para el endosado de tarjetas bancarias, así como tres máquinas plastificadoras, diez lectores-grabadores de tarjetas, y 800 tarjetas de crédito en blanco o ya falsificadas.
En la redada también ha participado Europol, en cuya sede de La Haya se han celebrado varias reuniones entre policías europeos, lo que ha permitido disponer en tiempo real de información sobre huellas dactilares y otros datos de los sospechosos. Europol ha investigado unos 3.000 teléfonos relacionados con los delincuentes. El Ministerio del Interior distribuyó ayer una nota en la que hablaba de 443 detenidos por la policía y la Guardia Civil. En realidad, sumaba los apresados en la última operación de la policía con los más de 300 rumanos arrestados por la Guardia Civil en diversas operaciones. Pero no forman una única organización, ya que los capturados por el instituto armado se dedicaban al robo en viviendas, naves industriales y comercios.
Un 'capo' y cinco joyeros corruptos
El rumano Adi Cretu, de 50 años, residente en Alaquás (Valencia), es el presunto capo de la organización de estafadores desmantelada por la policía. Este individuo, que está reseñado en los archivos policiales con varias identidades diferentes, dirigía todas las actividades de la banda en Europa y era quien fijaba los objetivos y organizaba el funcionamiento de sus células, según fuentes de la investigación.
Cretu vivía con su esposa rumana (actualmente embarazada) y un hijo, que está escolarizado. Pero en contra de lo que pudiera creerse, su nivel de vida no era llamativo ni ostentoso. Los investigadores sospechan que tanto él como los demás integrantes de la red criminal acumulan su patrimonio en Rumania.
Al margen del presunto cabecilla de la banda, lo más llamativo de la redada son los cinco joyeros que actuaban en connivencia con los delincuentes. Estos joyeros habían accedido a pasar las tarjetas clonadas a través de sus terminales bancarias, simulando que sus titulares habían realizado compras en sus establecimientos.
Las fuentes informantes no han precisado si los joyeros les entregaban alhajas a cambio o si realmente toda la operación comercial era ficticia y se repartían los beneficios con los cacos.
La directora del Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado (CICO), la comisaria María Marcos, explicó que los más de 400 detenidos se engloban en la Operación Pipas, resultante del análisis de la información facilitada al CICO por los picos (Guardia Civil) y la pasma (el Cuerpo Nacional de Policía). De ahí el nombre de Pipas con que fue bautizada la cadena de redadas realizadas a lo largo de los últimos cuatro meses.
Marcos, que calificó de "muy importante" la última operación, compareció ayer ante la prensa con el comisario general de Policía Judicial, Juan Antonio González, y el general Francisco Rico, jefe de Policía Judicial de la Guardia Civil.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.