Obama anuncia el nacimiento de una nueva mayoría nacional
El aspirante demócrata desborda los límites de ideologías, partidos y razas
A la luz de sus nuevas y abrumadoras victorias en la ribera del Potomac, Barack Obama anunció el nacimiento de "una nueva mayoría nacional" que desborda los límites de los partidos, las ideologías, los sexos y las razas y que le llevará hasta la Casa Blanca. El país observa atónito lo que está ocurriendo. El entusiasmo popular en torno a Obama crece, mientras una mezcla de admiración y desconcierto domina los comentarios de políticos y analistas. Unos y otros echan cuentas y advierten que, aunque Obama va por delante, Hillary Clinton puede aún revertir la situación. Pero es una prudencia que parece movida más por la incredulidad de que Obama pueda ser presidente que por las posibilidades de que sea derrotado.
Barack Obama ganó el martes por 30 puntos en Virginia, por 25 puntos en Maryland y por 50 puntos en el Distrito de Columbia. Ganó, por supuesto, el voto de los negros con márgenes de proporciones soviéticas. Pero ganó también el de los blancos, el de los hombres y -¡atención!- el de las mujeres. Ganó entre los jóvenes y entre los viejos, entre los ricos y los pobres. ¡Ganó entre los votantes hispanos en Virginia! Y obtuvo el 45% de los votos de esa comunidad en Maryland.
Es decir, obtuvo una victoria indiscutible, que se puede disminuir por el hecho de que era previsible y de que en los tres escenarios hay un porcentaje significativo de población negra (20% en Virginia, 27% en Maryland y 60% en el Distrito). Pero, probablemente, sería un error exagerar el valor de las estadísticas frente a un fenómeno que excede las fronteras de la política tradicional.
"Ésta es una nueva mayoría en Estados Unidos", dijo Obama en su ritual discurso de victoria. "Hemos ganado en el este y el oeste, en el norte, en el sur y a través de todo el territorio de este país que amamos. Hemos dado a los jóvenes una razón para creer y hemos llevado a las urnas a otros que quieren volver a creer. Estamos uniendo a demócratas a independientes y a republicanos, a negros y a blancos, latinos y asiáticos, pequeños Estados y grandes Estados, estamos fundiendo a Estados rojos [el color republicano] y Estados azules [el color demócrata] en los Estados Unidos de América".
Algunas de esas afirmaciones pueden, desde luego, ser puestas en duda. El porcentaje de registrados republicanos votando, por ahora, a favor de Obama no sobrepasa en ningún caso el 3%. El analista Walter Shapiro ha advertido de que el senador de Illinois "puede estar confundiendo las simpatías que expresan hacia él muchos republicanos con un voto a favor".
Posiblemente. Pero esa simpatía es ya el reflejo de una nueva realidad política. Obama ha ganado en Misuri y Virginia, con un fortísimo respaldo de votantes independientes. Son dos de esos Estados fluctuantes, es decir, que no votan de manera constante por el mismo partido y que, por tanto, deciden las elecciones presidenciales.
Su victoria en sitios así es uno de los más poderosos argumentos de Obama para reclamar el reconocimiento de su propio partido. Tras los últimos éxitos, él ya asume el papel de candidato. En su discurso del martes en Wisconsin, escenario de las próximas primarias, el día 19, Obama se dirigió directamente a quien podría ser su rival republicano, John McCain.
"John McCain es un héroe de este país", dijo, "y quiero rendir honores a los servicios que ha prestado a nuestra nación". "Pero sus prioridades no coinciden con los problemas reales de los norteamericanos porque están basadas en políticas fracasadas del pasado". McCain le cogió el guante y, sin mencionarle pero aludiendo a su mensaje de esperanza, dijo: "Estimular a un país sólo con retórica en lugar de ideas contrastadas y basadas en la fortaleza y el coraje de las personas libres no es esperanza, es trivialidad".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.