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Muere un afgano por un disparo de soldados españoles

Creyeron que el vehículo en el que viajaba el fallecido era un coche bomba

Elsa Granda

En un país donde todo el mundo desconfía de todo el mundo cualquier malentendido se puede pagar con la vida. La escalada talibán que se mueve hacia el norte de Afganistán ha elevado la alerta de las tropas internacionales, principal objetivo de los planes terroristas. Los 700 militares españoles destacados en ese país lo saben bien. Un grupo de ellos, integrantes de la Fuerza de Reacción Rápida, viajaba el domingo por una carretera semiasfaltada en la localidad de Farah-Rud, una de las zonas más pobres del país, al suroeste. Escoltaban, junto a soldados italianos y afganos, un vehículo local cargado de combustible.

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Eran las cuatro de la tarde y se encontraban a unos 200 kilómetros de su base, en Herat. En la angosta carretera, los soldados españoles divisaron un todoterreno Toyota que se dirigía hacia ellos. Entonces, según fuentes del Ministerio de Defensa, los militares aplicaron el protocolo de actuación de las fuerzas internacionales (o "reglas de enfrentamiento") y comenzaron a hacer señales para que el vehículo se apartara o se detuviera. Primero con las manos, después con las luces. Pero el vehículo se aproximaba cada vez más, y se situó a la altura del quinto y el sexto blindado español. Ante el temor de que se tratara de un ataque suicida, y ya que el conductor no atendía a las señales de los soldados, los militares españoles subieron un peldaño en sus maniobras de intimidación, antes de tirotear directamente a los sospechosos: comenzaron a disparar al suelo y al aire.

Según fuentes del ministerio, que no facilitó ayer detalles más precisos del suceso, una bala rebotó en el suelo y mató a uno de los ocupantes del todoterreno que iba sentado en los asientos traseros. En ese momento, el vehículo se apartó del convoy. Cuando los policías afganos se hicieron cargo de los ocupantes del automóvil, pudieron comprobar que no había ni bombas ni granadas ni pistolas ni fusiles. No estaban armados. No muy lejos de allí, en septiembre de 2007, dos paracaidistas españoles y un intérprete fallecieron en un atentado.

A la tensión que ha ido en aumento en los últimos meses con enfrentamientos y ataques contra las tropas españolas, el contingente destacado en el país asiático, ha sumado, según Defensa, las advertencias de los servicios secretos, que han alertado de la posibilidad de ataques suicidas contra las Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF) en los que se utilizarían vehículos de la marca Toyota. En agosto de 2006, los talibanes utilizaron un todoterreno de esa marca para atacar a dos vehículos en los que viajaban siete agentes del Centro Nacional de Inteligencia. Los espías españoles salieron en aquella ocasión ilesos. Los 700 efectivos españoles desplegados en Afganistán se reparten entre el Equipo de Reconstrucción Provincial de Qal-i-Naw y la base de Apoyo Avanzado de Herat.

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