Discriminación en la banca
Hace unos días, mi marido recibió una llamada de un conocido banco español con el que tiene contratada una tarjeta, para ofrecer una segunda tarjeta a alguna persona del entorno familiar o cercano. Mi marido informa al banco de que le parecía aceptable, con el fin de ponerla a mi nombre, su esposa.
Comienza a prestar los datos necesarios, hasta que surgió un grave problema; el titular sólo puede ser español o de una nacionalidad comunitaria; no admiten extranjeros extracomunitarios, alegando que una persona si es de fuera, en mi caso argentina, aunque lleve 10 años de residencia legal en España, no podrá disfrutar de la respectiva oferta. Mi marido, muy extrañado, les dice que en el plazo de unos pocos años es muy probable que sus ofertas se encuentren extremadamente limitadas, debido al contexto social del país, dato que no pareció interesar al banco ni lo más mínimo.
Mi marido va a comenzar a tramitar la baja de su tarjeta de crédito con dicha entidad, y sin duda espero y deseo que sus políticas exclusivistas, segregacionistas y, por qué no, xenófobas, den paso a ideas más abiertas con respecto a un fenómeno tan claro como las corrientes migratorias actuales y a unas personas que tratamos de ser iguales ante la ley, ante las entidades públicas y privadas, y ante cualquier organismo o persona en general.