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Columna
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Candidatos

Manuel Vicent

Cándido en latín significa blanco: de ese vocablo se derivan candor y candidato. En la antigua Roma, a los aspirantes a un puesto en el Senado se les llamaba candidatos porque en el periodo electoral se paseaban por el foro ataviados con una toga blanca para mostrar públicamente que tenían un pasado limpio y que también eran limpios sus propósitos. Hoy, el candor es una virtud poco apreciada en política. Si ante las próximas elecciones generales los políticos se presentaran en los mítines y debates de televisión vestidos con una túnica blanca para demostrar su honestidad, serían tomados por simples fantasmas. En los parques de atracciones suele haber un túnel del infierno donde los niños son asaltados por toda clase de momias y fantoches que suelen provocarles una risa nerviosa. En la vida pública existe también otro túnel negro que viene directamente de la Edad Media, lleno de espectros esquinados que causan los mismos nervios, no exentos de espanto, a muchos ciudadanos. Estos fantasmas no van enmascarados bajo una sábana, sino cargados con ornamentos bordados en oro. Lucen en lo alto del cráneo una mitra, vestigio de las astas de toro que simbolizaban el poder del hechicero de la tribu y que luego se convirtió en el bicornio de los faraones. Al verlos adornados con arreos tan terribles se podría esperar que hablaran con voz cavernosa desde el más allá con la ambigüedad de los oráculos. Nada de rodeos. Estos espectros hablan desde el altar con frases melifluas y el cuello blando para recordarnos que el infierno no es un parque de atracciones sino un fuego real donde vamos a arder por nuestros pecados aunque podríamos librarnos de ese castigo si votamos a la derecha. Frente al pistolerismo verbal de otros mensajeros de idéntica ideología, con una dulzura pastelera que esconde el garfio de acero, el Papa y los obispos alimentan el terror ante la nueva peste del socialismo. Los candidatos de la antigua Roma, al final, paseaban la toga sucia por el foro cubierto de basura. También el suelo de la política y de la Iglesia está lleno hoy de excrementos y ladridos. Pasar sobre ellos salvando el candor es toda una hazaña. Hay que votar al que llegue con la sábana más limpia y no sea un fantasma.

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Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

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