"El nacionalismo tiene muy poca fidelidad a un proyecto común"
José Ramón Recalde (San Sebastián, 1930) tomará posesión el 21 de febrero de su nuevo cargo como miembro del Consejo de Estado, para el que ha sido recientemente nombrado. Ex consejero de Educación y Justicia del Gobierno autónomo, jurista y catedrático emérito de Teoría y Sistemas Jurídicos, sobrevivió a un atentado de ETA en 2000, que no le ha mermado su espíritu de ciudadano comprometido y observador agudo.
Pregunta. Con su nombramiento en el Consejo va a ser ahora un hombre más ocupado, ¿se lo esperaba?
Respuesta. Realmente me sorprendió, y está bien, aunque también me sonrío un poco. Estoy dispuesto a arrimar el hombro. El puesto es electivo y no es de los más ocupados del Consejo. Tengo que asistir a los plenos y estar a disposición de lo que me puedan pedir.
"ETA está derrotada, pero todavía no lo ha asumido"
"Los ciudadanos van a ser contrarios a esos soberanismos que dividen"
P. ¿Cuál es su visión global de esta legislatura turbulenta que está a punto de terminar?
R. Me parece que básicamente, aunque no del todo, se han ido cumpliendo los objetivos. No obstante, estamos pasando unos momentos de cierta gravedad debido, por un lado, a una crisis económica que es mundial y, por otro, a las últimas batallas contra el terrorismo.
P. Que ha estado tan presente en la legislatura.
R. Yo he sido partidario de que se hable con ETA para ver si termina. No de un pacto que implique cesiones políticas, sean estas de carácter territorial o simplemente simbólicas. Pero hay que estar atento a lo que está pasando en ETA.
P. ¿Y qué piensa que está pasando ahora en ETA?
R. Mi opinión es que ETA está derrotada, pero eso es mucho decir mientras siga habiendo atentados y manteniendo las declaraciones que hace. Lo que quiero decir es que ETA, que está derrotada, no ha asumido todavía su derrota.
P. ¿Y qué se puede hacer para que la asuma?
R. Para que la asuma hace falta mantener firme el Estado de derecho, nada más.
P. ¿Eso significa que ETA no tiene otra oportunidad mientras no anuncie su disolución?
R. Por ahora no tiene, ni parece que pueda tener otra oportunidad. Las anteriores las había perdido también. Sólo puedo decir que me parece razonable que los distintos gobiernos tanteen la manera de acabar con el terrorismo. Pero de acabar sin concesiones.
P. Siempre se declaró optimista y había creído en la tregua, ¿cómo vivió su ruptura?
R. Con desilusión, naturalmente. Sin embargo, pienso que se han dado pasos y que ya no hay marcha atrás en lo que se ha hecho. ETA está desprestigiada en su propio mundo, porque para nosotros ya lo estaba. Todo esto ha contribuido mucho a su desprestigio interno.
P. ¿Cree que quien más caro ha pagado por el fracaso del proceso ha sido la propia ETA?
R. También aquellos partidos políticos que intentan hacer valer la crisis de ETA para conseguir objetivos propios. A esos recogedores de nueces se les está acabando la cosecha.
P. ¿Se refiere al nacionalismo moderado, que propugna una "hoja de ruta" soberanista al margen de ETA?
R. No sé cuándo, pero creo que la sociedad lo va a ir frenando y que será perceptible, también, la crisis en el PNV.
P. Le noto optimisma, porque parece que con la marcha de Imaz han quedado debilitadas las voces más conciliadoras dentro del PNV.
R. Efectivamente. Lo cual no quiere decir otra cosa que, si en el PNV hubiesen triunfado las tesis moderadas, este partido estaría en mejores condiciones de obtener buenos resultados. Pero se han cerrado en sí mismos y están perdiendo posibilidades ante los ciudadanos.
P. Desde Lizarra el PNV se ha radicalizado en sus formulaciones. ¿Piensa que esto le va a penalizar en las urnas?
R. Las cosas no se consiguen en un año, pero creo que los ciudadanos van a ser contrarios a estos soberanismos que suponen división de la sociedad. Dividir siempre ha sido una tentación del nacionalismo, que ahora está más acusada.
P. ¿Considera que la perspectiva de ensanchar su base con el fin de ETA ha radicalizado al nacionalismo institucional?
R. El nacionalismo está radicalizado por sí mismo. La fidelidad del PNV y EA a un proyecto común ha sido mínima, y no sólamente ahora. En los gobiernos de coalición en los que estuve también constaté que el nacionalismo tenía muy poca fidelidad a un proyecto común. Piensan que el Estatuto no es cosa de ellos, pero no sólo ahora, incluso cuando consiguieron su aprobación. Todo lo que se haga institucionalmente en el Estado español no va con ellos.
P. Esto lleva a que la única solución válida para los nacionalistas sería el independentismo.
R. Y la salida para los demás es derrotarles. Que dejen de ser partido gobernante. Y eso se puede. Hay que hacerles sentirse minoría; que sean una minoría fuerte, pero que sepan que no puede cambiar las reglas del juego, que son la constitucional y estatutaria, porque para cambiarlas eso hace falta seguir los procedimientos establecidos.
P. Hubo un momento, en 1986, en que el PSE no tuvo el empuje de ocupar la presidencia del Gobierno vasco.
R. Fue un error que yo también cometí, y me hago autocrítica. El PSE es el partido que me parece que está en mejores condiciones para poner freno al poder nacionalista.
P. ¿Y piensa que ahora estaría preparado para gobernar en el País Vasco?
R. Creo que sí. Y creo que el análisis en política implica también una apuesta: hay que apostar por eso. Por tanto, no se trata de plantearse si se está preparado, porque en realidad tiene la obligación de estarlo.
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