La dirección de asociaciones se profesionaliza
Korazza cubre un vacío en España modernizando el trabajo de dirigentes de agrupaciones empresariales y cooperativas
Con notable retraso respecto a otros países próximos, la dirección de asociaciones empresariales comienza a profesionalizarse en España. Se acabaron los tiempos del voluntarismo y de la improvisación. A lomos de la modernización que ha vivido el entorno empresarial español en los últimos años, del cambio generacional que está en marcha en la dirección de grandes y medianas compañías, y de la necesidad de conocer y usar a fondo las nuevas tecnologías, el reciclaje tenía que llegar también a la dirección de las asociaciones empresariales y a las cooperativas. Uno de los pasos más determinantes para lograrlo lo ha dado Korazza, consultora tecnológica que, junto a la Universidad de Comillas, ha puesto en marcha el primer curso superior de dirección de asociaciones empresariales.
En España existen actualmente entre 15.000 y 20.000 ejecutivos con cargos de responsabilidad en las 5.800 asociaciones empresariales
Los directivos españoles de asociaciones empresariales tienen un deficiente conocimiento del inglés, un 'handicap' para lograr ayudas de la UE
Una nueva profesión
Se trata del embrión de lo que tiene visos de ir convirtiéndose con el tiempo en una nueva profesión reglada. Así lo ve Valérie Guillotte, socia directora de Korazza, quien reconoce que para lanzar esta iniciativa precursora han tomado como modelo el ejemplo de EE UU, donde la profesionalización en este campo "está muy desarrollada, hasta el punto de constituir un sector laboral en sí mismo desde hace cien años". En concreto, su inspiración ha sido ASAE, la American Society of Association Executives (Sociedad Americana de Ejecutivos de Asociaciones), así como su par europeo, ESAE, que acaba de celebrar su primer congreso en Bruselas, con participación de Valérie Guillotte.
"Modernizar y profesionalizar este trabajo" es el mantra al que se aferra la directiva de Korazza. Según la base de datos de la firma, en España existen en la actualidad 5.800 asociaciones empresariales, lo que representa que haya entre 15.000 y 20.000 ejecutivos con responsabilidades en ellas, incluyendo directores técnicos, secretarios generales y gerentes. Un colectivo "muy atomizado", en palabras de Guillotte, al contrario de lo que ocurre en otros países avanzados, donde no se dan las duplicidades que se producen en España, con asociados que están representados a la vez por agrupaciones autonómicas y estatales diferentes, que además compiten entre ellas.
En el curso de dirección de este tipo de agrupaciones, que empezó en octubre en la sede madrileña de la Universidad de Comillas, están presentes la Asociación Española de Casinos de Juego, la Asociación Empresarial de Gestión Inmobiliaria, la Asociación Española de Bioempresas, la Federación Andaluza de Autónomos, la Agrupación Española de Desmontadores de Algodón, la Confederación de Asociaciones Empresariales de Burgos, la Asociación de Hostelería y Turismo de Toledo, la Asociación Nacional de Empresas de Trabajos Verticales, la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores y la Asociación Española de Concesionarios de Nissan.
Un panorama sectorial y geográfico variopinto que, en opinión de los participantes, ha permitido intercambiar experiencias muy enriquecedoras. Entre los inscritos está Cristina Tuiz, gerente de la Asociación de Empresarios de Hostelería de Salamanca. De lo aprendido hasta hoy -el posgrado acaba en marzo- destaca la elaboración de un plan de marketing y comunicación que llevará a la práctica en su agrupación.
Según Valérie Guillotte, otro de los handicaps a los que se enfrentan los directivos españoles de asociaciones empresariales es el conocimiento deficiente del inglés, lo que provoca que "alemanes e ingleses muchas veces se lleven subvenciones europeas de Bruselas porque dominan el idioma y eso les permite moverse con mucha más soltura". Entre las deficiencias, subraya asimismo "la necesidad de abrirse más al mundo, no pensar tanto en términos locales y buscar acuerdos de cooperación con países extranjeros", algo para lo que es fundamental el conocimiento de idiomas. Además, Guillotte lamenta "la falta de definición del perfil profesional del ejecutivo de asociaciones, un cargo que se venía considerando como una especie de regalo que se le hacía a alguien que llevaba muchos años en determinado sector".
Korazza ha elaborado una lista de requisitos que deben cumplir este tipo de ejecutivos. Entre sus rasgos resalta la capacidad de liderazgo, tanto dentro de su sector como con su equipo de trabajo; la habilidad para gestionar con pocos recursos; la polivalencia; la gran capacidad de comunicación, la diplomacia (por ejemplo, para no hacer sombra al presidente de la asociación) y un conocimiento empresarial que implique pericia en la confección de un plan estratégico y de un presupuesto.
Mayores armas
Según Cristina Tuiz, al acabar el curso dispondrán de muchas más armas "no sólo para trasladar esos conocimientos a los miembros de la propia junta directiva, sino también para poder crecer a nivel europeo y manejarnos mejor en los foros en los que debemos defender nuestros intereses". Entre los pocos participantes en el posgrado que no proceden de asociaciones empresariales se encuentra Cristina Mayordomo, directiva de la cooperativa Sabores de Castilla-La Mancha, con sede en Cuenca. Una reorientación profesional la llevó hasta allí, con el objetivo de absorber "conocimientos aplicables al mundo del cooperativismo". Entre lo aprendido, subraya "todo lo relacionado con la mejora en los recursos humanos, desde el adiestramiento en el trato con el personal hasta las nuevas técnicas de fomento del compañerismo".
"Las asociaciones están muy ligadas a la personalidad de sus ejecutivos y secretarios generales, por lo que es necesario que éstos se reciclen, redescubran una profesión que siempre ha existido y la redefinan en función de los nuevos tiempos", concluye Valérie Guillotte. En mayo, Korazza celebrará su primer congreso en España, con el objetivo de apuntalar, revalorizar y promover esta profesionalización incipiente.
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