Giro a la izquierda
El resultado de las regionales alemanas no es malo para Merkel; aunque le complique la vida

Alemania gira a la izquierda. Eso revelan las elecciones del domingo en los Estados federados de Hesse y Baja Sajonia. Al mismo tiempo, sufre un duro castigo la campaña populista y xenófoba del primer ministro de Hesse, el democristiano Roland Koch, que ha obtenido para la CDU el nivel de votos que tenía hace 40 años. Koch creyó que con agitar los temores contra los delincuentes juveniles de origen extranjero y un anticomunismo de guerra fría podría ganar a la mayoría silenciosa. Le salió el tiro por la culata. Movilizó a una izquierda escandalizada por el tono de la campaña.
La expresión del giro a la izquierda la ofrece la entrada del partido La Izquierda por primera vez en dos parlamentos regionales importantes. La Izquierda tiene fuerza en el este, la antigua Alemania comunista, donde cuenta con un 25% de votos gracias a los poscomunistas del Partido del Socialismo Democrático (PDS), pero en el oeste era una creación del socialdemócrata disidente Oskar Lafontaine, al que sus ex compañeros del SPD consideran un traidor y un apestado con quien no se puede pactar o de quien no se puede recibir votos. Con un 7,1% en Baja Sajonia y un 5,1% en Hesse se asienta así en los parlamentos de dos Estados federados más.
La campaña del SPD se centró en los valores tradicionales de la socialdemocracia: justicia social, salario mínimo y defensa de los más débiles. No bastó para dejar fuera a La Izquierda, pero sí para poner de manifiesto que la CDU de Koch no tiene mayoría en Hesse. La ventaja de 3.595 votos sobre el SPD sólo maquilla un poco el desastre sufrido. Ypsilanti adquirió notoriedad como diputada federal por su oposición a los recortes sociales de la Agenda 2010 del canciller Gerhard Schröder. El SPD podría ahora caer en la tentación de dar marcha atrás en el camino de las reformas, recortes sin eufemismos, y la gobernabilidad en Berlín resultaría más complicada en lo que queda de legislatura hasta el otoño de 2009.
No le van mal a la canciller federal Angela Merkel el desastre de Hesse y el aceptable resultado de Baja Sajonia. Se libra de Koch, uno de sus más peligrosos y arteros contrincantes en la CDU. Y puede continuar en su línea de moderación, que muchos en su partido consideran excesivamente socialdemócrata.
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