El jugador de ajedrez
Una quiniela le cambió la vida. A los 11 años, acertó de pleno. Y con el premio, 875.000 de las antiguas pesetas, sus padres pudieron comprar un terreno junto a la Sagrada Familia y montar un garaje. Además de trabajar como botones en un banco, ese garaje familiar fue la ocupación laboral de juventud, mientras estudiaba Económicas, de Salvador Alemany, que se perfila como sucesor de José Manuel Lara al frente del Círculo de Economía, uno de los foros de reflexión empresariales y académicos más activos. Se espera que los expresidentes de la entidad le den sus bendiciones mañana, en reconocimiento a la trayectoria de un gestor discreto, riguroso y dialogante.
Alemany, consejero delegado del grupo de infraestructuras Abertis, es un apasionado del ajedrez. Y alguna vez ha dicho que este deporte le ha enseñado a jugar sus bazas en la empresa. Porque uno no puede precipitarse a la hora de mover ficha, pero tampoco debe barruntar una jugada hasta el infinito, a la espera de acumular más y más información. Juega al ajedrez con un tablero, o con su ordenador, por correo electrónico.
Si Lara es del Espanyol, Alemany es del Barça, del que fue directivo desde los tiempos de Josep Lluís Núñez. Barcelonés de 63 años, para muchos es conocido, más allá de las fronteras del mundo empresarial, por esta relación con el club. Bajo su larga presidencia (1986-2003), la sección de baloncesto del Barcelona ganó su única Copa de Europa. Integró la candidatura del publicista Lluís Bassat para presidir el Barça junto con otros pesos pesados del establishment catalán como Miquel Roca, finalmente eclipsada por el inesperado vendaval del abogado Joan Laporta.
Salvador Alemany, licenciado en Económicas y diplomado por IESE, hizo sus pinitos como auditor cuando preparaba sus oposiciones a censor jurado de cuentas y un cliente del garaje le dijo que Turquand Young & Co buscaba gente. Tras pasar por una empresa del Banco Condal, a los 31 años fichó por la Banca Mas Sardá, donde fue responsable de informática y subdirector. La entidad sería absorbida por el Bilbao. La dirección general de la empresa de aparcamientos Saba fue su salto al mundo concesional. Y cuando la antigua Acesa engulló Saba, Isidre Fainé le nombró consejero delegado de Acesa. Desde entonces han hecho tándem. La guerra de los peajes puso a prueba su capacidad de diálogo, y la fusión con Áurea, los encajes de bolillos. Nació Abertis y, con ella, la diversificación y expansión exterior. Con un gran contratiempo llamado Autostrade.
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