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El constructor huido de Tomiño dejó todas sus empresas en beneficios

Manuel Martínez Barros protagonizó una quiebra similar en 2005

Manuel Martínez Barros, el constructor que desapareció esta semana de Tomiño tras ordenar el despido de todos sus empleados, dejó todas sus empresas en beneficios antes de preparar el supuesto cierre patronal del grupo Marbar. Martínez Barros firmó y entregó todas sus cuentas societarias hace cuatro meses en el Registro Mercantil de Pontevedra.

Llegó a registrar una empresa con el nombre "Qué Gran Sociedad Limitada"
Su contabilidad refleja una deuda crediticia de 28 millones de euros

La contabilidad oficial declara un beneficio de casi 100.000 euros (16,6 millones de pesetas) después de impuestos, si bien es cierto que los balances presentados en septiembre también reflejan un endeudamiento total de 28 millones de euros, en su mayor parte con entidades bancarias. Las cuentas corresponden al ejercicio 2006 y el grupo Marbar aún dispone de varios meses de plazo reglamentario para presentar las de 2007.

No obstante, fuentes bancarias incluidas en el grupo de afectados informaron de que lo más probable es que el caso acabe en un concurso de acreedores (suspensión de pagos o quiebra) o en el embargo directo de las propiedades registradas a nombre del empresario. La única sociedad que presenta un patrimonio contable negativo es Promociones Marbar-04, con 62.596 euros de desfase contable y situación técnica de quiebra.

Manuel Martínez Barros figura como administrador único y propietario de todas las empresas, en las que su hijo mayor, Marcos Martínez Díaz está inscrito como apoderado y con la titularidad del 5% de las acciones.

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El empresario decidió abandonar el sábado su lujosa residencia de Tomiño y su rancho de caballos de A Cañiza, para emprender un supuesto viaje sin retorno cuya última pista se pierde en Lisboa. Todo parece indicar que Martínez Barros tomó la decisión de marcharse hace mes y medio, cuando los bancos optaron por cerrar los créditos hipotecarios ante la falta de liquidez del constructor tomiñés. El martes pasado sus 54 empleados recibían una carta de despido alegando "motivos económicos" para rescindirles el contrato de trabajo.

Días antes había vendido al mejor postor la maquinaria más valiosa (excavadoras, compresores, camiones) de su cantera de granito a la firma porriñesa Eurotrup, según fuentes del sindicato CIG. Un mes antes había roto con su socio de toda la vida, José Ozores Palomino, otro de los constructores importantes de Tomiño.

Situado al sur de Vigo, Tomiño es un municipio fronterizo con mucho suelo (108 kilómetros cuadrados) y poca población (13.000 habitantes). Gobernado durante 24 años por el alcalde del PP, José Luis Fernández Lorenzo, Tomiño empezó a ser codiciado por las urbanizaciones ante la fuerte demanda de chalés para primera y segunda residencia procedente de Vigo. El PP aprobó el nuevo plan de urbanismo en 2001, que quintuplicó la edificabilidad de un territorio rural y algunos constructores hallaron una buena base para crecer empresarialmente. Pero en 2006, el PP y el partido patrocinado por Martínez Barros y otros constructores (Alternativa Tomiñesa) perdieron las elecciones y el nuevo gobierno local, comandado por el BNG, puso fin a algunos privilegios inmobiliarios.

Martínez Barros es definido por todo su entorno como un empresario sagaz y algo temerario. De extraer y vender granito de Tomiño, enseguida dio el paso a la construcción, con un grupo de sociedades que incluye hormigoneras, canteras, constructoras y promotoras.

Aprovechando la eclosión urbanística (1998-2006) en constructor realizó importantes promociones fuera de Tomiño, desde Silleda (Pontevedra) a Cangas (Pontevedra), pasando por A Cañiza (Pontevedra) o Cortegada (Ourense), donde llegó a registrar una de sus inmobiliarias con el nombre de Que Gran Sociedad Limitada.

Fue precisamente en Cortegada donde existe constancia de un pinchazo similar al actual. Manuel Martínez Barros compró Granitos de Cortegada en 1995 y cuando la empresa estaba quebrada, en 2005, puso al frente a Diana Isabel Rodríguez Reis, a la que transmitió todas sus acciones. La situación es muy parecida a la que estos días se reproduce en Tomiño. Los 25 empleados se quedaron en la calle y los acreedores, con un palmo de narices.

Fuentes de los afectados de la quiebra de Granitos de Cortegada informaron de que lograron una intervención judicial de la empresa con cierta celeridad. "Cuando los peritos del juzgado estaban en la empresa, se la encontraron cerrada y cuando intentaron acceder, de repente se abrieron las puertas y vieron salir a un Mercedes oscuro cargado de material de la nave. Aún estamos pendientes de poder ejecutar embargos para cobrar las deudas que dejó", explica un afectado.

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