Crisis ajena. Problema propio
Esta vez la crisis (que está presente, por mucho que algunos días se disfrace) no ha sido provocada por Argentina, México o Indonesia. Esta vez es consecuencia de Estados Unidos, el país más poderoso del mundo. Sobre todo, el país que tiene el sistema financiero más sofisticado de la tierra. Se ha originado en el lugar donde el dinero se mueve con más fórmulas de laboratorio y en más tubos de ensayo, donde se crea cada día una nueva y mejor manera de agitarlo y de alimentarlo. La crisis es, sin duda, suya... Pero los problemas son, también sin duda, nuestros.
Es posible que la campaña electoral española termine estando más influida por los temas económicos de lo que nunca pudieron pensar ni los socialistas ni los populares. Quizás tenían razón quienes desde las filas socialistas le propusieron un ligero adelanto electoral al presidente del Gobierno. Sea como sea, ahora es ya, simplemente, una buena ocasión para ver qué proponen unos y otros, cara a esa crisis ajena y a esos problemas propios.
Por ahora, la verdad es que ni unos ni otros han explicado nada, o por lo menos nada lo suficientemente tranquilizador para el ciudadano común que teme por su plan de pensiones y por la carestía de los productos de mayor necesidad.
Manuel Pizarro, el nuevo hombre fuerte del PP, incorporado al partido con la encomienda directa de ser la sombra y la alternativa del vicepresidente Pedro Solbes, asegura que ante la crisis lo mejor es devolver el dinero al bolsillo de los ciudadanos, una fórmula muy oída en los círculos conservadores americanos. A primera vista puede sonar bien, pero hasta los neo-liberales norteamericanos saben que, si se trata de animar el consumo, no es lo mismo devolver el dinero al bolsillo de Bill Gates o de Warren Buffett que al de los ciudadanos de rentas bajas o medias. Salvando las distancias, que el propio Pizarro recupere en su bolsillo parte de sus impuestos, difícilmente va a ayudar al consumo de los demás. Tampoco es probable que le convenga mucho al plan de inversiones del Estado.
Puestos a utilizar fórmulas lanzadas por los think tanks norteamericanos (se acaba de publicar la lista de los mejores 30 think tanks del mundo, excluido Estados Unidos, y no hay ni uno solo español, como se puede consultar en el Foreign Policy Research Institute, www.fpri.org) quizás el PP podría encontrar inspiración en quienes se empiezan a preguntar si el sofisticado y libérrimo sistema financiero, que tanto defiende, no ha desbordado toda la capacidad de supervisión de las autoridades de Estados Unidos. Si los ciudadanos españoles no estamos pagando, precisamente, no la falta de previsión del Gobierno Rodríguez Zapatero, sino la falta de control del Gobierno de George Bush. Si quizás no tienen razón quienes, en algunos de esos 30 think tanks de todo el mundo, se preguntan si, puesto que sus crisis son nuestro problema, no ha llegado la hora de discutir la existencia de supervisores internacionales que pongan un poco de orden en esos laboratorios tan sofisticados y tan poco transparentes.
Nadie dice que el mundo del dinero se deba mover como en la época del primer barón Rotchild ni que el sistema americano deba adaptarse al sistema europeo, tan lento en sus reacciones que parece congelado o construido por artistas de la piedra. Pero si, como dice Emilio Ontiveros, se están elaborando "transgénicos financieros" que se infiltran en todas las plantaciones, quizás el grado de descontrol que está permitiendo Estados Unidos empieza a ser un riesgo demasiado serio para los ciudadanos de otras partes del mundo, incluidos los españoles. En el fondo, un riesgo igual de grave para un Gobierno con Solbes como para uno con Pizarro, por mucho que este último parezca ignorarlo.
Lo que todos deberíamos tener claro es que ésta es la ocasión perfecta para que se note que la Unión Europea ha sido el mejor invento de este continente en los últimos siglos. Como mínimo, la UE tiene que tomar decisiones rápidas para flexibilizar las políticas presupuestarias de sus miembros. Todos necesitamos señales de humo de Bruselas. Ya, sin esperar a ver cómo avanza la confusión y la inquietud.
Lo que se aplica a los responsables de Bruselas se aplica también a los responsables del actual Gobierno español. ¿De qué sirve que todos sepamos que la nevera española está llena, repleta de latas y botellas, si el que tiene la llave del candado no tiene la menor intención de abrirla? Lo que inquieta a los ciudadanos no es tanto la impresión de que la crisis norteamericana puede alcanzarnos, sino el temor a que nadie quiera hacer frente a la severidad del diagnóstico y a las medidas necesarias para combatirlo. La quimio está en manos de la UE, es verdad, pero en nuestra farmacia particular tenemos un buen surtido de medicinas, que pueden ir aliviando los síntomas. Lo que necesitamos es que nos digan la verdad y que utilicen lo que tienen a mano para ayudarnos a superar su crisis y nuestro problema. solg@elpais.es
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