Pedro Almodóvar, torero

Este espléndido retrato de Pedro Almodóvar con traje de luces, peineta y puro habano, de 200 x 107 centímetros, es de Daniel Quintero (Málaga, 1949). Lo pintó en 1988, dos años después de que el cineasta realizara Matador. El precio del cuadro, entonces, era prohibitivo para un Almodóvar que ya empezaba su irresistible ascensión. Años más tarde, una galería colombiana lo trajo a Madrid para la feria de Arco. El realizador ya triunfaba en todo el mundo y pudo adquirirlo. Pagó más de 40.000 euros, cuatro veces su valor inicial.

Quintero pintaba sus retratos o bien por encargo o bien porque el modelo elegido voluntariamente le parecía interesante, pues siempre consideró que el rostro humano era un paisaje singular y extraordinario. Desde hoy y hasta el 24 de febrero, se podrá contemplar en las salas de exposiciones del Palacio Episcopal, en Málaga, una importante muestra retrospectiva del pintor. 75 obras subdivididas en cuatro ámbitos: dibujos y cuadros de su adolescencia, naturalezas muertas, paisajes inestables y retratos. De estos últimos se han seleccionado 50, que han sido prestados por sus propietarios de todo el mundo. Quintero pertenece a la Marlborough desde 1976, galería que le fichó con 27 años.