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Originales gemelos

Los modos artísticos del siglo XVII marcaban una gradación de tipos y formatos pictóricos que arrancaban en el apunte, dibujo genérico de un cuadro, para seguir con el boceto, de mayor perfilado, proseguir con el modelletto, apto para que el retratado se diera una idea de cómo iba a resultar su efigie, y el original.

El lienzo al óleo de Anton van Dyck que el Prado atesora fue un encargo para uno de los palacios nobles de Inglaterra, pero no es una copia, sino que surgió de la mano de Anton van Dyck. "Es autógrafo", dice el experto Matías Díaz-Padrón, que ha hallado la documentación procedente de la almoneda del finado Carlos I, a la que tuvo acceso el diplomático español Alonso de Cárdenas, en la que se define el retrato ecuestre como "de lo mejor de Van Dyck". El artista de Amberes es considerado como uno de los mejores pintores de todos los tiempos, en su condición de retratista áulico experto en plasmar la expresión humana y en aplicar de modo elegante el colorido fundido con aquélla en armoniosa mixtura.

Cuando María de Médicis, reina madre de Francia, llegó semiexiliada a la corte hispana de Flandes, una de sus primeras tareas fue la de contratar a Anton van Dyck, que asumió para ella la condición de la que antes habían gozado confesores regios.

Van Dyck fue requerido por la Médicis para que le acompañara a Madrid, donde ansiaba establecerse con miras a obtener protección de Felipe IV. El que aquella pretensión no prosperara impidió que en Madrid concurrieran simultáneamente los tres más grandes pintores de su tiempo, Pablo, Diego y Anton.

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