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Reportaje:

El museo de los horrores del fútbol

Una exposición en Caja Madrid refleja la frágil frontera entre la pasión yla violencia en el deporte rey

Àngels Piñol

Y, de pronto, al final del itinerario, aparece un ataúd, con un ribete amarillo y salpicado con pétalos de flores. La vista, aún estupefacta, se va rápida hacia un pequeño cartel que lo aclara todo: una funeraria de Dortmund da a sus aficionados la oportunidad de irse al otro mundo en un féretro con los colores del equipo de la Cuenca del Rühr. No es un gesto exclusivo del fútbol alemán: en el césped del campo del Betis se han esparcido las cenizas de alguno de sus hinchas y el Espanyol instalará nichos en su futuro estadio para quienes quieran sentirse eternamente pericos. El jocoso y macabro delirio del Dortmund casi se agradece tras las monstruosidades que pueden verse en la exposición Pasión en las gradas, organizada por Caja Madrid, en su Espai Cultural, en Barcelona, que retrata la frágil frontera que separa la pasión sana por un equipo y la violencia.

Una funeraria de Dortmund vende ataúdes con colores del Borussia
El recorrido es un 'viaje' sobre las barbaridades de los hinchas radicales

La espléndida muestra, precedida de éxito en Alemania y Suiza, está formada por más de 400 fotografías y cientos de objetos coleccionados por Klaus Littmann, el comisario de la exposición, que dijo haber actuado como un arqueólogo para recopilar su pequeño museo de los horrores. Littmann asegura que no quiere hacer ningún juicio moral y que sólo aspira a que los visitantes reflexionen sobre lo que ven. Y lo que ven pone muchas veces los pelos de punta porque el recorrido es, salvo el relajante tramo final, un salvaje viaje por las barbaridades del fútbol. La prueba es la colección de armas que se exhiben en las vitrinas. Son los artilugios de grupos ultra, cedidos por la policía de Basilea, como un bate de béisbol, con la firma estampada de Hitler, y una surtida gama de puños con navajas, mecheros que ocultan un cuchillo y pistolas de bengalas. Littmann tuvo que concertar varias reuniones en áreas de descanso en autopistas con ultras para que le pasaran objetos del muestrario logrados en el mercado negro.

La primera sala está empapelada con fotografías de la tragedia de Heysel y luego nadie se salva de la quema. El calcio queda bastante mal parado con dos de sus perlas: la vespa, medio quemada, que unos hinchas del Inter introdujeron en 2001 como por arte de magia en San Siro, durante un partido ante el Atalanta, para lanzarla en llamas hacia el césped y un maniquí negro con una soga al cuello que los hinchas del Hellas Verona colgaron de la grada para advertir a la directiva del desenlace final si fichaban a un jugador negro. La segunda sala hace un profundo repaso de los estrechos vínculos entre los seguidores ultra alemanes y los movimientos neonazis, y un vídeo, filmado por un periodista, muestra el horror en Holanda. Tras un partido, seguidores del Feyenoord y del Ajax concertaron una cita para lincharse. La película muestra un coche ardiendo: en él estaba Carlo Picornio, de 35 años, líder de los ultras del Ajax, que falleció.

¿Y la Liga? Barça y Madrid ocupan también un lugar de honor. Los ultrasur quedan retratados con sus símbolos fascistas y una pistola requisada en el Bernabeu. Y el equipo azulgrana está representado por uno de los episodios más negros de su historia, cuando recibió a Figo, ya como madridista, en el Camp Nou. En una esquina de la sala, pende el maniquí que intentaba encarnar al portugués y un recipiente de vidrio guarda la cabeza de un cerdo en recuerdo de la que un grupo de aficionados lanzó al césped. "No es la misma pero se le parece bastante. Son de la misma familia", bromeó Littmann durante la presentación de la exhibición, en una sala forrada por portadas de periódico, muchas de ellas con titulares bélicos, y una cinta electrónica en la que se iban leyendo inquietantes frases de viejas glorias de este deporte. "El fútbol es una guerra con pantalones cortos", de Willi Schulz, gran jugador alemán de la década de 1960; "Una entrada fuerte es más bonita que el sexo", de Paul Ince, ex jugador inglés; "Me he follado a tu madre, marroquí de mierda", de otro jugador teutón. O esta sentencia del presidente de Zaire a los jugadores de su selección: "Ganad o morid".

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La exposición se abre con un panel que recoge el texto de un poeta escocés, del siglo XVI, que quedó aterrorizado por la batalla campal en Ruislip (Inglaterra) protagonizada por un grupo de artesanos y granjeros que acabaron peleándose con palos y navajas por un balón: "Hubo contusiones, fracturas y peleas sin sentido y, a la larga, cojeras e inmovilidad". Siglos después, Gunter Netzer, el legendario futbolista alemán, le dio la razón. En la cinta electrónica aparece esta frase suya: "Lo trágico del fútbol es que no siempre gana la belleza".

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