Perdón

Lo mejor que podría hacer el Delegado de Educación en Sevilla, Jaime Mougán, es dimitir si es que antes no le destituyen. Sobre todo después de que fuera Manuel Chaves quien se apresurara a pedir perdón por el atropello cometido a cinco mujeres que fueron despedidas como profesoras interinas tras darse de baja por embarazos de riesgo. La Administración rectificó su error inicial, eso sí, después de que saltara el caso al conocimiento de la opinión pública, pero aún así el representante provincial de la consejería seguía en sus trece. Mantenía que las afectadas pudieron engañar a la Administración ocultando su embarazo y denunciando que existe mucha picaresca. Unas peregrinas explicaciones que provocaron mayor malestar todavía en un Chaves que decidió cortar por lo sano y asumir, personalmente, el coste político de pedir disculpas antes de que el asunto se le complique a las puertas de unas elecciones en las que los socialistas se esfuerzan, precisamente, por remarcar un mensaje a favor de la mujer y la igualdad de derechos.

Lo extraño es que, a pesar de la gravedad del asunto, se haya producido un llamativo silencio de Cándida Martínez, ya de retirada, un distanciamiento que dice muy poco sobre el futuro del mismo Mougán, al que no le queda más remedio que marcharse, a pesar de la excelente gestión que ha realizado al frente de la responsabilidad que asumió en su momento, una tarea bien difícil se si se tiene el cuenta lo mal que le dejó las cosas su antecesora en el cargo, Elena Nimo. Lo sucedido pone de manifiesto lo peligroso que resulta cometer, a estas alturas, cualquier resbalón que pudiera traer consecuencias en las urnas.

Tropezones los mínimos, viene a decir, también, Javier Arenas, quien no quiere líos. Con tal consigna, esta semana completa sus listas contando con todos, aunque eso suponga una escasa renovación, al menos en la cabecera de las candidaturas: la presencia del histórico Gabino Puche en Jaén, el rescate a última hora de Soledad Becerril en Sevilla o el regreso en Cádiz de Teofila Martínez al Congreso son indicios claros de que se quiere jugar seguro, sin sobresaltos. El cambio que propugna, para otros antes que para uno mismo.

A pesar de todo, es de celebrar que nuestros mandatarios tengan capacidad de rectificar, una práctica, desde luego, bien difícil, por no decir insólita. Buena prueba la tenemos en la misma Martínez pillada in fraganti con su publicidad institucional, al emplear recursos del Ayuntamiento en propaganda de autobombo personal después de ser designada candidata. Lejos de asumir cualquier responsabilidad, recurrió al famoso "y tú más" para tratar de devolver la pelota a los socialistas. Ejemplarizante.