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Reportaje:

Renta Corporación se confiesa

La inmobiliaria revisa a la baja sus beneficios y retrasa dos años su previsión de resultados

Renta Corporación ha logrado esta semana estabilizar la caída libre de sus acciones por la acusada pendiente de la Bolsa que habían desatado el contagio del parón inmobiliario, la crisis crediticia y, sobre todo, la revisión a la baja de resultados anunciada por la compañía el pasado 7 de enero. Su comunicación al mercado fue una inyección de realidad: el beneficio para todo el año 2007, previsto en 62 millones de euros, no superará finalmente los 35 millones, tras un cuarto trimestre de infarto en el que la compañía llegó a entrar en números rojos. Y las ventas, frenadas en seco en la recta final del año, no pasarán de los 530 millones de euros.

La cotización del grupo volvió a hundirse un 6,58% el viernes pasado y cerró a 10,93 euros por título, por debajo incluso de la del cierre en la fecha del fatídico profit warning (11,37 euros). Pero en un contexto catastrófico, las malas noticias parecen menos graves: la semana había empezado aún peor para Renta, por debajo de los 10 euros. Una cotización muy pobre para una empresa que en abril de 2006 se estrenó en Bolsa a 29 euros.

El plan del grupo pasa por aparcar la actividad de suelo y acelerar la internacionalización. Los analistas valoran su transparencia
El presidente de Renta Corporación, Luis Hernández de Cabanyes, se ha reforzado en el capital y ahora controla un 36,6% de las acciones

Los analistas consultados valoran positivamente la "transparencia" a la hora de explicar las miserias propias de una compañía que creció muy deprisa con un modelo de negocio singular -la compra, transformación y venta de activos-. Subrayan además la aparente ausencia de problemas de asfixia financiera comparables a las de otras compañías. Renta Corporación firmó hace 11 meses un crédito sindicado de 500 millones de euros, pero hasta el año 2010 no debe devolver nada. En los dos años siguientes, deberá pagar 200 millones en cuotas semestrales y, en 2012, le tocará devolver 300 millones. La empresa, con fondos propios de 250 millones, tiene además 100 millones de deuda en hipoteca y 150 millones más en líneas bilaterales.

El ligero atisbo de confianza inversora -está por ver si se consolida- ha coincidido en el tiempo con la aprobación por el consejo de administración de la compañía de un nuevo plan a tres años que intenta adaptar su estrategia al calvario de los mercados inmobiliario y financiero. La empresa, que inició su expansión internacional hace ya seis años y ha puesto picas en París, Londres, Berlín y Nueva York, se propone que hasta 2010 más del 75% de la inversión y de las ventas tenga carácter foráneo.

Renta Corporación dará, además, "máxima prioridad" a la actividad de compra, transformación y venta de edificios residenciales y de oficinas, de modo que aparcará la última área de actividad que había potenciado: la actividad de suelo, con un periodo de maduración más largo y que se limitará a "verdaderas oportunidades". El grupo ha decidido adaptar buena parte de su cartera a las nuevas circunstancias, lo que se traduce en priorizar la liquidez y sacrificar márgenes.

El plan de Renta pasa por intentar ampliar su base de clientes y, como cebo, ha ratificado que, pese a los problemas, ratifica su política de retribución de los accionistas, que pasa por destinar a dividendo al menos un 30% del beneficio neto consolidado.

El apoyo de Bhavnani

Sin embargo, al margen del mencionado plan, ha influido a atajar relativamente la caída de la cotización el compromiso del presidente de Renta Corporación, Luis Hernández de Cabanyes, que en los últimos días ha reforzado su posición comprando un 1,3% adicional de acciones y hoy confirma que controla un 36,6% del capital.

A un cierto calentamiento del valor han ayudado igualmente las declaraciones del inversor multimillonario indio Ram Bhavnani, quien ha asegurado poseer un 2% de las acciones de la empresa y ha sugerido que podría alcanzar un 5%.

"La revisión de resultados ha sido muy severa, pero a la vez la compañía transmite que sus gestores tienen la situación hasta cierto punto bajo control", comenta Bettina Gallego, gestora de Renta Variable de Inversis, para quien cabe subrayar como aspecto positivo el hecho de que Renta Corporación "se anticipara en su actividad internacional, lo que la sitúa relativamente mejor a la hora de buscar oportunidades en mercados menos afectados que España, como Alemania, con los precios estancados".

La compañía que dirige César Bardají sufre sobre todo en España los problemas para acceder a financiación que sufren compradores de sus activos, aunque asegura tener preventas de activos acordadas por más de 200 millones de euros a ejecutar antes de que termine el primer trimestre del año. Renta también asegura que ha llegado a cancelar opciones si ha constatado que los edificios no tendrían salida al mercado al precio y tiempo esperados en su día.

"Creemos que la empresa ha encontrado su suelo", opina Jesús Muela, de GVC. Se refiere a un negocio singular "de elevada rotación, de broker que añade valor en la transformación del producto que compró y que luego vende, y que no permite estar en el mismo saco que las empresas que acumulan promociones sin vender que compraron endeudándose hasta el cuello".

Pero Renta Corporación no deja de ser una inmobiliaria y, como tal, se le aplica la misma prima de riesgo que aprieta a "un sector de promotores terriblemente apalancados". Se le aplica también la prima de riesgo que está sobrecastigando a las empresas de tamaño pequeño y mediano (vale 273,57 millones de euros) en un momento en que los inversores tienden a abrazar a los blue chips de la Bolsa.

Otros analistas coinciden en valorar positivamente la transparencia de la empresa -ha confesado que deberá retrasar dos años, hasta 2010, sus intenciones de ganar 80 millones- y, sobre todo, el hecho de que su financiación no viva pendiente de la cotización ni haya sido garantizada por acciones de la empresa.

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