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Reportaje:

Hollywood vuelve a Costa da Morte

Un documental recrea la llegada del cine a las aldeas del Finisterre

Retratista por las mañanas, recorría al atardecer la inhóspita Costa da Morte con una mula y un proyector Pathé Baby para llevar el gran espectáculo del cinematógrafo a las aldeas más remotas y aisladas. Eran finales de la década de los años 20 y el fotógrafo gallego Ramón Caamaño (Muxía 1908-2007) no sólo reconvertía en salas de cine garajes, bares o escuelas de palilleiras, sino que también le ponía voz, con sus comentarios, a las películas mudas que fascinaban a los ermitaños habitantes del Finisterre.

Aquel ambiente único e irrepetible de una época en la que el espectáculo estaba tanto en la pantalla como en el patio de butacas, improvisado con sillas y bancos o convencional en los numerosos cines que poblaron a partir de los años 40 la Costa da Morte, volverá esta noche al pueblo marinero de Muxía para el estreno del documental Os fabulosos irmáns da luz de Olaia Sendón. La proyección comenzará a las ocho de la tarde.

El estreno recreará los años 40 con una fiesta de ambigú con vino y caldo gratis
"Veía tantos muertos en la pantalla que me iba a la cama con dolor"

Bajo una carpa con calefacción instalada en Punta da Barca, un paraje costero cuyas piedras y el aire que se respira eran, decía Ramón Caamaño, lo que le daba la vida, habrá sesión de cine y fiesta de ambigú, con vino y caldo gratis, al más puro estilo de las reuniones sociales del siglo pasado, cuando toda una aldea se sentaba en la oscuridad a ver aquel frente de luz que les contaba historias animadas.

Una gran alfombra roja, de 15 metros, dará la bienvenida a quienes asistan hoy al regreso de Hollywood a Muxía, cuenta entre risas Sendón. "Veía tantos muertos en aquella pantalla, que luego me iba para la cama con dolor de sentido". La frase, auténtica y recordada por la autora del documental, es de una mujer, testigo de aquellas primeras fiestas del cine que organizaba Caamaño.

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Y es una de las muchas anécdotas reales que rescató del olvido la joven directora, productora y guionista de este documental dedicado no sólo al fotógrafo que mejor supo reflejar con su cámara la historia y vida cotidiana de la Costa da Morte, sino también a la época desaparecida de cuando se iba al cine como si se fuera a una fiesta. Para Olaia Sendón, el objetivo de la obra que se estrena hoy es recrear el ambiente y la atmósfera de la llegada del cine, que en este rincón de la península ibérica tuvo el mismo efecto que cuando los hermanos Lumière proyectaron, por primera vez en París, en un gran pantalla la llegada de una locomotora, una imagen tan real y gigante que asustó al público. Todos los allí presentes escaparon despavoridos ante aquella secuencia.

"Hay que pensar que en aquella época, los años 20 y 30, la Costa da Morte vivía a destiempo, fuera de la realidad, y el cine se convertía en algo fascinante", explica la realizadora del corto. Sendón rehuyó de hacer un documental al uso, con testimonios de personas e imágenes de viejos cines ya en ruinas. Si en Galicia la densidad de cines era mayor que la registrada en Madrid en los años 50 y 70, había aún más salas por habitantes en los municipios de la Costa da Morte.

Pero hoy ya no queda ni uno, y sólo los de Cee, Buño y Lira se conservan cerrados pero enteros. La directora coruñesa recrea en su cinta, en apenas 16 minutos, fotogramas y objetos de aquella época, como los pasquines que Ramón Caamaño repartía entre los habitantes de las aldeas para anunciar la película que proyectaría esa noche, sobre las imágenes de las salas en las que el histórico fotógrafo emitía las cintas o de los cines ya en ruinas que murieron con la llegada de la televisión y los videoclubes.

Como en la película Cinema Paradiso que cuenta la entrañable historia de un cine en un pueblo italiano, el trabajo de Olaia Sendón pretende recordar los diálogos que, muchas veces, se establecían entre el público y la película y las escenas cómicas que se desarrollaban durante la proyección en el patio de butacas.

La voz en off de Gustavo Pernas, en tono triunfal y casi circense, se encarga durante todo el documental de "revisitar aquellas experiencias de cuando el cine era un fenómeno colectivo y social, al contrario de la individualidad que marca hoy el acto de ver cine, en la confortable butaca de una sala moderna o en casa con el home-cinema", explica Sendón.

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