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Columna
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El año que nos espera

La economía gallega se ha ido acompasando a la evolución de la española y europea. Ya quedan atrás aquellos periodos por los que a ejercicios económicos recesivos de la economía española le correspondían resultados mejores para la gallega; y los balances expansivos de la economía española se asociaban a las peores y más distanciadas tasas de crecimiento de la economía gallega. Los últimos indicadores del INE y el IGE subrayan que nuestra economía es una de las más dinámicas en el último bienio. Las explicaciones de tal cambio se deben a las modificaciones en lo relativo a la composición sectorial de la base productiva, a las distintas orientaciones productivas y comerciales, a los cambios en la estructura organizativa interna de las empresas y a la incorporación lenta, pero constante, de los nuevos componentes tecnológicos

El escenario incierto de la economía se agrava en las zonas con máyor dependencia energética

¿Qué puede suceder en el nuevo ciclo que ha empezado a mediados del pasado año? Está aceptado que la economía ha entrado en un período de menor expansión y la mayor parte de los organismos e institutos de investigación se han apresurado a reducir las previsiones de crecimiento. Las preocupaciones tienen su origen en los cambios de los patrones económicos y financieros. A nuestro juicio, los principales elementos a tener en consideración son los siguientes. En primer término, la pérdida de confianza originada por acontecimientos nada previsibles y de dudosa gestión institucional.

Un ejemplo de ello son las hipotecas subprime, que están ocasionando grandes desajustes a las entidades bancarias, a las que se le deben exigir mayor transparencia y una gestión más profesionalizada. Los desajustes se van a trasladar a los tipos de interés y a la reducción de los niveles de demanda y de consumo. Por ello, una mayor contundencia en la aplicación de medidas en este ámbito sería imprescindible para devolver confianza a una economía que la reclama a gritos.

El segundo elemento es el incremento del precio de la mayor parte de las materias primas, incluidos los productos alimenticios, los productos energéticos y los minerales. No se prevé un descenso a corto plazo de los mismos y, en consecuencia, acelerarán la inflación y provocarán decrecimiento y alteración de los niveles de consumo. Este escenario incierto incidirá en todas las economías, y será más intenso en las zonas con mayor dependencia energética, como es nuestro caso. La combinación de ambas consecuencias incidirá en la producción, el empleo y las rentas.

A estos elementos directos se añaden otros de difícil cuantificación, tales como los desplazamientos de la producción a los países asiáticos, la mayor demanda de productos más innovadores y los efectos derivados del cambio climático. Las respuestas actuales radican en reducir los efectos desaceleradores e inflacionistas y en cómo poner en marcha una economía con un patrón más centrado en la inversión, en mejorar la capacidad productiva (con ahorro energético y mayor sostenibilidad) y en la innovación, con apuestas más inteligentes y eficientes.

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¿Qué se busca? Principalmente, la garantía de combinar la competitividad y la sostenibilidad. En ambos casos, se requiere un clima social amplio y sólido, grandes dosis de flexibilidad para poder adaptarse a los cambios y a la intensidad de los procesos, y una actuación convincente en actividades específicas y puntuales.

Ante este panorama Galicia apuesta por reducir su dependencia energética y de materias primas básicas (aunque para ciertos sectores, como la agricultura y la pesca, son imprescindibles), pone el ojo en los procesos de deslocalización (derivados de la presencia de costes salariales y elementos tributarios diferenciadores) y muestra una reivindicación por la competitividad diferenciada en aquellos mercados en los que poseemos ventajas comparativas ostensibles.

Sin embargo, los escenarios mundiales van a incidir de manera directa en nuestra evolución. Desde aquí no es fácil influir en los tipos de interés, ni en los déficit presupuestarios y comerciales, ni en los niveles de inflación, ni en la transparencia de las acciones de las instituciones y empresas. Pero lo significativo, es que ya estamos presentes en la economía global y en la economía en red y, en consecuencia, nuestra opinión será tenida en consideración. Antes solo atacábamos al mensajero.

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