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La continuidad de la Fundación Balenciaga sigue en el aire

El País

La continuidad del proyecto del Museo Balenciaga sigue en el aire tras la polémica abierta por la supuestas irregularidades en su gestión. La vía que parece tomar cuerpo en estos momentos para salvarlo pasa por que el Gobierno vasco y la Diputación de Guipúzcoa se impliquen directamente en su fundación, encargada de realizar el plan museístico. Ambas instituciones, que ya participan en la sociedad pública Berroeta Aldamar, responsable de la construcción del edificio, podrían tomar finalmente esa decisión si el Ministerio de Cultura mantiene bloqueada la subvención que tenía previsto otorgar a dicha fundación el año pasado.

La situación actual de esta entidad y su futuro se trataron ayer en una reunión en Madrid entre representantes de las instituciones implicadas, que continuaba al cierre de esta edición y de la que no trascendió oficialmente detalle alguno.

La alarma para la Fundación Balenciaga saltó cuando el ministerio, patrono de la misma, anunció en diciembre que no iba a pagar la ayuda de 1,4 millones de euros que tenía prevista por los "suficientes indicios" de anomalías en su gestión.

Los responsables de la entidad consideran crucial esta aportación para la continuidad del proyecto, por lo que vienen advirtiendo del riesgo de paralizar todas sus actividades y disolver la fundación si no se recibe la ayuda de Cultura. Antes de desbloquear la subvención, el Gobierno central, que ya ha aportado cuatro millones, quiere esclarecer todos los puntos oscuros que rodean el proyecto.

La concesión de la ayuda está pendiente de que avance la investigación judicial abierta contra el ex alcalde de Getaria Mariano Camio, ex vicepresidente de la fundación y ex gerente de Berroeta Aldamar, encargada de unas obras ahora paralizadas. Camio se enfrenta a acusaciones de administración desleal, falsificación documental y apropiación indebida de fondos.

Si el Ejecutivo vasco y la Diputación entrasen en la fundación, en la que hasta ahora no han querido integrarse, habría que ver qué papel juegan los actuales patronos, presididos por el modisto Hubert de Givenchy.

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