El peligro de recesión entra en campaña
La crisis económica aumenta la incertidumbre sobre el resultado electoral
Con la predicción del ex presidente de la Reserva Federal Allan Greenspan de que la economía norteamericana está ya en recesión o a punto de entrar en ella, este asunto se ha convertido en la primera preocupación de los electores y de los candidatos presidenciales, que carecen de las recetas adecuadas para responder con la urgencia necesaria.
Michigan celebra elecciones primarias del Partido Republicano
El republicano John McCain, en su tradición de honestidad, se lo ha dicho claramente a los votantes de Michigan: "Amigos, algunos de los empleos perdidos aquí, jamás regresarán". Su principal contrincante, Mitt Romney, le ha llamado pesimista y ha prometido multimillonarias inversiones en la búsqueda de fuentes alternativas de empleo.
Michigan, donde ayer se celebraron las elecciones primarias del Partido Republicano, es el mejor retrato de la angustia por la economía. Ese Estado, que en el pasado llegó a ser el símbolo del poderío industrial de este país, ha perdido 300.000 puestos de trabajo desde el año 2000 por culpa de los constantes recortes en el sector del automóvil. Su tasa de desempleo actual (7,5%) supera la media nacional.
La recesión que se cierne promete ahora extender esa preocupación por el empleo a todos los estados y ha obligado a los candidatos, predicadores, hasta ahora, de las grandes metas más que de las inmediatas necesidades, a tener en cuenta el efecto que esto puede tener en la campaña electoral.
Para los demócratas, la situación económica actual exige una intervención contundente por parte del Estado, a corto y medio plazo. Hillary Clinton ha prometido un paquete de ayuda de 70.000 millones de dólares para diversos programas destinados a compensar a los Estados y a los ciudadanos que se vean más afectados por el frenazo al crecimiento. Barack Obama eleva esa suma a 75.000 millones.
Los republicanos intentan ser fieles a su doctrina liberal y quieren contribuir con menos intervención estatal, no con más, a la aceleración de la economía. Rudy Giuliani propone hacer permanente las rebajas de impuestos aplicadas por el Gobierno de George Bush (vencen en 2010) y añadirle una reducción de los impuestos que pagan las empresas del 35% al 25%.
McCain no cree necesario ningún estímulo por parte del Estado que no sea el recorte de los impuestos de las clases medias para favorecer el consumo. Romney apuesta por un aumento de la inversión en la investigación de nuevas tecnologías energéticas, pero se opone a cualquier nueva regulación.
Ni las propuestas demócratas ni las republicanas tendrán, en todo caso, un impacto real sobre la situación económica, en manos del presidente Bush y del Congreso. Bush ha sugerido la posibilidad de presentar un paquete de estímulo económico en su discurso sobre el Estado de la Unión, el próximo día 28. Los demócratas en el Congreso le han pedido que cualquier paso que dé en este terreno sea fruto de la negociación y el consenso. La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, se reunió el lunes con el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, para tratar este asunto.
Lo único que las propuestas de los candidatos pueden conseguir es influir en la opinión de los votantes. En este sentido, los demócratas pueden felicitarse del hecho de que Bush es señalado en gran medida como responsable de la crisis actual. Pero, fuera de eso, la incertidumbre económica sólo consigue aumentar la incertidumbre de los resultados electorales.
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