Tres libaneses mueren en un atentado en Beirut contra un vehículo oficial de EE UU
El objetivo era un vehículo blindado del cuerpo diplomático estadounidense, pero las víctimas fueron tres libaneses que fallecieron ayer en Beirut tras el estallido de un coche bomba en el norte de la capital. Eran transeúntes o personas que viajaban en un coche detrás del vehículo oficial. Los terroristas no tenían esta vez en el punto de mira a los políticos y figuras emblemáticas de la oposición antisiria, como ha sido frecuente desde que, el 14 de febrero de 2005, un brutal ataque con explosivos matara al ex primer ministro Rafik Hariri y 22 personas de su séquito. En plena gira del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, por Oriente Próximo, el mensaje parece evidente.
Líbano padece una crisis política descomunal. En un país en el que la Constitución establece que las decisiones trascendentes deben adoptarse por consenso, las sectas religiosas -chiíes, suníes, drusos y cristianos maronitas- son incapaces de ponerse de acuerdo en nada. Desde el 23 de noviembre, el país carece de presidente tras el fin del mandato del prosirio Emile Lahoud, y la elección de su sucesor en el Parlamento se ha pospuesto 12 veces. En realidad, se trata de una guerra que libran en territorio libanés Estados Unidos y Francia, por un lado, e Irán y Siria, por otro, para tutelar este país que logró su independencia en 1943 pero que nunca ha sido soberano.
Treinta explosiones, algunas de ellas dirigidas contra las tropas internacionales desplegadas en el sur del país tras la guerra de Israel contra Hezbolá, han sacudido Líbano desde aquel 14 de febrero. Los fallecidos, en su gran mayoría, han sido diputados o periodistas célebres por su oposición a la influencia del régimen de Damasco, cuyas tropas abandonaron el país en abril de 2005 tras 30 años de presencia tolerada por Washington y París.
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