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Aparece una bomba que ETA colocó en 1991 en un hotel de Torrevieja

El artefacto estaba inutilizado y se 'perdió' por una rejilla del aseo del local

Los artificieros de la Guardia Civil recuperaron ayer una bomba de ETA que la organización terrorista había colocado en los aseos del hotel Cano, en el casco urbano de localidad de Torrevieja, en 1991. Según fuentes de la investigación, el artefacto, de escasa potencia, estaba inutilizado por el paso del tiempo y los especialistas del Tedax no lo hallaron cuando inspeccionaron el hotel, el 24 de mayo de hace 17 años, porque se había colado por una rejilla del falso techo del hotel.

"El explosivo no representaba ningún riesgo, porque estaba inutilizado por efecto de la humedad prácticamente desde que se perdió a través de la rejilla", señalaron esas fuentes.

Los terroristas la colocaron hace 17 años dentro de una oleada de bombas
El explosivo de 300 gramos de pólvora estaba deteriorado por la humedad

El explosivo formaba parte de la oleada de bombas en restaurantes, hoteles y bloques de apartamentos de la costa de las provincias de Alicante y Málaga que los terroristas llevaron a cabo coincidiendo con el cierre de la campaña electoral de las municipales de mayo de 1991.

La Subdelegación del Gobierno en Alicante confirmó el hallazgo de la bomba pero declinó ofrecer más detalles a la espera del análisis de los restos del explosivo. La subdelegada Encarna Llinares se limitó a señalar que se trataba de "una bomba de pequeña potencia, antigua y muy deteriorada".

El explosivo fue localizado a primeras horas de la mañana de ayer por uno de los operarios de las obras de reforma del hotel debido a un incendio registrado en el establecimiento hace una semana. El trabajador, en declaraciones a la agencia Efe, manifestó que cogió el artefacto con sus propias manos al observar que estaba muy deteriorado.

El operario relató que halló la bomba al mover una plancha de madera de un falso techo del baño del hotel. "Allí había un paquete con dos pilas de petaca y cables de plástico dañados", explicó.

Los trabajadores alertaron luego a la Guardia Civil del hallazgo. Un equipo de especialistas del TEDAX, acompañados por perros adiestrados, retiraron la bomba de forma controlada y sin ningún incidente.

El hotel Cano, que se encuentra situado en el número 53 de la calle Zoa, en el casco histórico de Torrevieja, formaba parte del listado de establecimientos en los que la organización terrorista ETA había colocado diversas bombas según alertó una llamada anónima en la mañana del 24 de mayo de 1991. De acuerdo con el aviso anónimo, los terroristas habían instalado sendas bombas en un restaurante de Santa Pola y en dos hoteles de Torrevieja. Horas más tarde, se registraron las explosiones de los artefactos, compuestos por unos 300 gramos de amonal, colocados en el restaurante Mianos de Santa Pola y en el hotel Mar Bella de Torrevieja. Las dos explosiones fueron de baja intensidad y sólo causaron daños materiales.

Sin embargo, en el hotel Cano no se llegó a producir explosión alguna. El establecimiento, no obstante, fue inspeccionado durante más de seis horas por los especialistas del Tedax que no hallaron la bomba en el punto señalado por ETA porque, según han manifestado ahora fuentes del caso, el artefacto se había colado por una rejilla del falso techo del aseo.

Esa misma jornada se registraron explosiones similares en restaurantes y hoteles y de la costa de Málaga. La oleada de bombas formaba parte de la campaña de ETA con motivo de las elecciones municipales de mayo de 1991.

Once años después, en concreto en agosto de 2002, en la playa de Santa Pola, los artificieros también fracasaron en su primer intento de localizar una bomba de ETA enterrada en la arena. Los especialistas la encontraron tres días después entre unas palmeras en la Gran Playa de esta localidad, tras un segundo aviso de los terroristas en el que detallaban el lugar concreto donde se ocultaba el artefacto. Tras el primer rastreo sin éxito de los artificieros, la Delegación del Gobierno en la Comunidad Valenciana, entonces dirigida por Francisco Camps, autorizó la apertura al público de la playa. La decisión causó malestar entre los bañistas que estuvieron 24 horas paseando por el lugar con una bomba activa entre las palmeras.

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