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Columna
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El demiurgo Cunqueiro

"Si no examinamos cada aspecto de nuestra vida, podemos fácilmente quedarnos cortos en el balance, realización y felicidad que nos merecemos". Esta advertencia intimidante no procede de un texto de Freud ni de un político iracundo que trata de extirparnos nuestro enquistado escepticismo. La frase figura en un anuncio sobre la importancia del coaching, palabro con el que se pretende convencer a la gente que quiere ser alguien en este frenético siglo XXI de que necesita un coach. En la lengua de Cervantes, un asesor o preparador.

Estos días en que la lluvia de estadísticas nos tiene empapados y tiritando -el IPC desbocado, los niveles de lectura por los suelos, Galicia con la población más envejecida- urge encontrar un salvavidas para no sucumbir en la tempestad. "Un coach, puede conducirlo/a de lo ordinario a lo extraordinario", remacha el anuncio. ¿Dónde encontrar ese asesor mágico? ¿Qué demiurgo nos puede sacar del lodo para ponernos en el camino de la felicidad?

Dos libros de reciente aparición -Galegos na historia: Álvaro Cunqueiro, de Fernández del Riego, y Álvaro Cunqueiro, juglar sombrío, de Manuel Gregorio González- han devuelto a primer plano la figura del escritor de Mondoñedo, una fuente inagotable de antídotos contra el hastío y la pesadumbre. "En la aspereza de la vida cotidiana, soñar es necesario, y perder el tesoro de los sueños es perder el mayor de los tesoros del mundo". Esta cita, que podría atribuirse a un coach formado en la universidad de Harvard o a un maestro en la práctica del yoga, se puede leer en Tesoros nuevos y viejos y prueba la vigencia de la obra de Cunqueiro a través del tiempo.

Esos asesores de última generación pretenden guiar a sus patrones hacia la meta de siempre: la conquista de la felicidad. Un gurú, experto en confortar a directivos de multinacionales, ha expuesto sus intimidades a través de Internet. "Mi búsqueda de la felicidad ha sido tan agotadora que no me ha permitido ser feliz", confiesa uno de sus clientes. Ante esta sensación de fracaso, hace siglos que el filósofo Kant dictó un diagnóstico claro: "La felicidad no es un ideal de la razón sino de la imaginación". Los gallegos tenemos a mano el remedio para ese desasosiego. Nadie podrá negar que Merlín y familia, Las crónicas del Sochantre o Escola de menciñeiros, por citar tres componentes de la botica de Cunqueiro, son excelentes antidepresivos que permiten superar penalidades con una sonrisa en los labios. Son libros que deberían estar -¡por qué no!- en las escuelas de coaching junto con otras piezas memorables del escritor lucense, como aquellos artículos de la serie El envés donde nos enseñó a observar las cosas desde su lado menos visible.

La ironía, la imaginación y la fantasía han vuelto a las librerías. Los anillos de Tolkien venden millones de ejemplares. El centenario de Cunqueiro -nació en 1911- está ya en el horizonte y no estaría mal que ante esa celebración los gallegos hiciéramos algo más por divulgar las recetas de nuestro demiurgo. Una edición en castellano de su obra completa resulta imprescindible para que gentes de otros confines puedan compartir fácilmente el optimismo invulnerable que emana de su lectura. ¡Que no nos tachen de egoístas!

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