"Lo quiero todo, todo... y un tanque"
El cartero real revela los regalos que los niños madrileños han encargado estas Navidades a sus majestades Melchor, Gaspar y Baltasar
Unos llegan tímidos y apenas murmuran. Otros se acercan convencidos. Los hay que llevan su carta bajo el brazo, sellada y lista para entregarla al cartero real. Otros no la han escrito. Todavía tienen tiempo. Pero no está de más contar al emisario de los Reyes Magos y a sus dos pajes todo lo que se desea. Casi todos lo tienen bastante claro, pero pocos se acuerdan de pedir para los demás. Son niños y niñas que comparten una gran ilusión. Saben que los Reyes Magos trabajarán a contrarreloj esta noche para llevar regalos a todas las casas.
El pasado 27 de diciembre, dos redactores de EL PAÍS colaboraron con los Magos de Oriente, muy ocupados en estas fechas. Atendieron las peticiones de los niños que se acercaron por la tarde a El Corte Inglés del paseo de la Castellana.
Algunos niños son muy tímidos, a otros les sobra desparpajo
Allí, tras subir el escalón de terciopelo rojo, Marta enseña cuatro dedos de su mano para mostrar su edad. Adora a los Reyes Magos. Y su emisario, que es muy alto, resulta casi un gigante cuando se sube a sus rodillas. "Una barbie", pide. Su madre, con mucha tranquilidad y cariño fotografía el momento. "¿Has pedido algo para mamá?", pregunta el cartero. Gesto negativo de la pequeña. Su madre sonríe para quitarle importancia, porque la niña ha sido "muy buena". Cuando se marcha, las pajes le ofrecen caramelos. Ella dice adiós y su madre le susurra al oído: "¿Qué bien, eh? ¡Has hablado con el cartero!".
La lista de Rafael, de cuatro años, es larga. Patinete, un juego de magia, un helicóptero, cuentos interactivos con lápiz... Coge un caramelo y se despide tres veces, para que el cartero vea que es un chico educado.
Poco después llega Guille, de tres años. Lo del 6 de enero no parece una decisión fácil para él. Y se nota. A Guille le cuesta incluso soltar una palabra. Y no lo hace. Pasa más de tres minutos retorciendo la lengua y parado como una estatua delante de la comitiva de ayudantes de Sus Majestades. Imposible saber lo que quiere. Sus ojos enormes bajo el flequillo rubio miran fijamente y no consigue pedir un solo regalo. "No te preocupes. Los Reyes son magos y lo saben todo", le tranquiliza el cartero.
A algunos niños hay que convencerles para que se acerquen al trono. A otros les sobra desparpajo. Como a Jorge y Nacho, de siete años y "muy amigos", según dicen al unísono. "Quiero un avión de Los Lunnis", dice uno. "Yo un coche de Scalextric", pide el otro. Y un mensaje común: este año han sido muy buenos. Y han estudiado mucho. Las caras de sus madres, en segundo plano, parecen decir todo lo contrario.
A Alberto la historia le ha pillado un pelín crecidito. Con 17 años concretamente. Pero quiere una foto con el cartero y no duda en sentarse en sus rodillas para que un colega le saque una foto con el móvil. Deseos no tiene muchos. "Estoy contra el consumismo", dice rascándose el pendiente de la ceja. Y se larga muerto de risa mientras se come un caramelo.
Otro niño al que su madre arrastra al estrado se niega a subir. "No, los Reyes ya saben lo que quiero, no hace falta hablar con estos, vámonos". Juan y Elena, hermanos de cinco y siete años, sí confían en los emisarios. Ella quiere un Nenuco, él un disfraz de Harry Potter. Para mamá, una colonia. Y para papá, "una botella de vino, que le gusta mucho", dice la niña.
Álvaro ha sido muy bueno y quiere "una bici". "¿Y para mamá?", pregunta el cartero. "Una bici". "¿Algo para tus hermanos". "Una bici". Y de ahí no le apea nadie. Valeria, de 7 años, llega con los deberes hechos. Abre despacio su carta y lee lo que ha escrito en letra redondita: El Palacio Jardín y los Sonidos Mágicos. Y la echa al buzón.
Jaime, de ocho años, deja al descubierto con una sonrisa sus paletas separadas. Quiere "muchas cosas" aunque admite que "todo, todo" no se lo merece. Lo más importante de su lista son juegos para la consola Nintendo DS. Diego, de tres años, sí que quiere "todo, todo... y además un tanque". Sobre sus Reyes favoritos no tiene duda: "El blanco y el naranja". "Melchor y Gaspar", traduce su madre, que añade que es "muy generoso".
La noche más mágica está al caer. El cartero ya ha entregado las peticiones de los niños a Melchor, Gaspar y Baltasar. Esta madrugada tendrán mucho trabajo. Deberán recorrer todos los hogares repartiendo sus regalos. Gracias a su magia y a los dulces y bebidas que se encontrarán en las casas lo lograrán a tiempo. Mientras tanto, los niños disfrutarán del placer de saborear la víspera.
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