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Sarkozy impone objetivos a sus ministros para seguir en el cargo

La gestión de cada uno de los miembros del Ejecutivo francés será evaluada por una consultora privada

Los 33 ministros y secretarios de Estado franceses tendrán que someterse a la lógica de la "cultura del resultado", es decir, a un sistema de evaluación concebido por el gabinete privado Mars&Co y que pretende fijar "objetivos cuantificables" a los titulares de una cartera. El presidente Nicolas Sarkozy, en su último Consejo de Ministros, dijo a los miembros del Ejecutivo liderado por François Fillon que deberían "estar contentos de estar en el Gobierno. Hay gente que sueña con ser ministro y no lo será jamás. Ustedes tampoco lo serán siempre y, por consiguiente, les conviene felicitarse de serlo", dijo Sarkozy. Varios ministros se quedaron temblando.

El presidente avisa que "2008 será un año duro y exigente" para el Gobierno

El presidente completó el saludo tradicional de año nuevo advirtiéndoles de que 2008 será "un año duro y exigente". "No soy yo el que está impaciente, son los franceses", dijo. El sistema de evaluación se fundamentará en parámetros específicos para cada ministerio, a partir de los cuales juzgar la labor del titular de la cartera.

Así, por ejemplo, a Christine Albanel, ministra de Cultura, se le exige que el cine francés mantenga un determinado porcentaje de su propio mercado. O que los museos reciban ciertas cifras de visitantes los días en que rige la gratuidad de la entrada o que la reducción de la piratería en el sector audiovisual sea sustancial.

Para Valèrie Pécresse, responsable de las universidades, lo fundamental es ver cuántos alumnos prosiguen tras el primer año y, sobre todo, saber qué número de centros asume las formas de Gobierno y financiación que les ofrece la nueva ley.

Hay ministros que se saben condenados -la responsable de Vivienda no logrará suministrar el número de "viviendas sociales" en el plazo previsto- mientras que otros creen poder dormir tranquilos: Brice Hortefeux, al frente de Inmigración, sabe que conseguirá expulsar 25.000 ilegales.

Todos dependen del grado de cumplimiento de los objetivos establecidos por el programa de Sarkozy. Programa, por cierto, también coelaborado con un gabinete privado.

Así, Educación y Economía se le jugarán también en lograr convencer a miles de profesores o funcionarios a que hagan horas extraordinarias y cumplir así con el lema "trabajar más para ganar más", que repite sin cesar el presidente de la República.

Esa "cultura del resultado" fue impuesta por Sarkozy durante su paso por el Ministerio del Interior. A partir de ese momento las estadísticas empezaron a ser más importantes que los hechos reales. La policía abandonó ciertos casos difíciles para "hacer cifra" centrándose en los casos más evidentes.

Otro elemento determinante en el horizonte de los ministros son las elecciones municipales de las primeras semanas de marzo. Aunque la derrota no comporta el despido inmediato, sí pone en cuestión la continuidad de algunos personajes.

Si Rachida Dati, después de sublevar contra su persona a todos los profesionales de la Justicia, parece condenada al cese, sólo debiera ser para cambiar de cartera y emprender otra reforma impopular en el ministerio que le encargue Sarkozy.

Otras carteras podrían cambiar de manos para satisfacer la voluntad del presidente de colocar en el Ejecutivo de París nuevas "piezas" de la oposición: Jack Lang figura en todas las quinielas.

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