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Reportaje:

El tímido clarinetista en el Kursaal

Woody Allen prosigue en San Sebastián su nueva gira con su banda de jazz

Con esos hombros tímidamente encogidos que tanto le caracterizan, Woody Allen llegó a mediodía de ayer a San Sebastián para tocar por la tarde (20.00) con su banda de jazz en el Kursaal. Tras aterrizar en el aeropuerto de Hondarribia, el cineasta y clarinetista neoyorquino se dirigió al hotel María Cristina. Eran las 13.15 cuando descendió de un Mercedes negro ataviado con una gorra y un abrigo y acompañado por su esposa, Soon-Yi. Posó unos segundos ante el fotógrafo sin soltar la funda de su clarinete, subió a su habitación y una hora después salió a comer con su mujer y otros acompañantes.

El destino fue Casa Nicolasa, un céntrico restaurante que ya visitó en septiembre de 2004, cuando recibió el Premio Donostia del Festival Internacional de Cine. "Me hace ilusión que me haya elegido otra vez", confesó su chef y propietario, José Juan Castillo, pese a que está más que acostumbrado a recibir a estrellas del celuloide durante el Zinemaldia.

El cineasta repitió en un céntrico restaurante que ya visitó en 2004

De aquella primera visita de Allen conserva su autógrafo. "Es curioso hasta para firmar. Tiene una rúbrica muy pequeñita", relató a modo de anécdota el cocinero. Una firma pequeña para un gran maestro, como se encargó de destacarle un cliente: "Me ha comentado que es una de las cinco personas más importantes del cine".

El caso es que Allen tomó ayer fuerzas en el restaurante no para ponerse detrás de una cámara de cine, sino para dar rienda suelta a su pasión por el jazz tradicional. Horas antes de alimentar el espíritu musical del público, él llenó el estómago con un menú a base de jamón, cardos y alcachofas, changurro, sopa de gallina, merluza en salsa verde, pudin y queso.

Hacia las 18.00, los músicos de la New Orleans Jazz Band ya estaban en el auditorio realizando pruebas de sonido. Allen todavía no había llegado. Le estaban esperado. Aunque "él nunca hace pruebas de sonido. Vendrá directamente al camerino y allí calentará él sólo", avanzaron fuentes de la Fundación Kursaal, que programa el concierto, el segundo que el músico y cineasta ofrece en la capital guipuzcoana. El primero se registró hace cinco años. Entonces colgó el cartel de "no hay entradas". Ayer se quedaron en taquilla casi 200 de las 1.800 localidades existentes.

San Sebastián fue la segunda parada del neoyorquino en su gira española de Año Nuevo tras actuar el martes en Barcelona. Hoy volará a A Coruña para tocar por la tarde en el Teatro de la Ópera. Y 24 horas después se despedirá en Santander, en el Palacio de Festivales.

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