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Columna
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Claves económicas

El objetivo estratégico de un país desde una perspectiva estrictamente económica consiste en extraer el máximo rendimiento a sus capacidades competitivas. Dichas capacidades dependen tanto de los condicionantes del mercado internacional como son parte inherente de las propias decisiones institucionales. En el primer supuesto, es preciso tener en cuenta las singularidades específicas en un entorno de intensa competencia y en el que se deben promocionar las ventajas diferenciales, para ganar en rentas de eficiencia. En el segundo caso, debemos apostar por modelos de coherencia y de participación de los actores a fin de garantizar su viabilidad.

La economía gallega al finalizar el año 2007 muestra zonas de claroscuros. En términos positivos, el crecimiento sostenido por encima de la media española es una magnífica señal, como lo son tanto el afianzamiento de un proceso convergente con los promedios europeos y la mayor imbricación de los productos gallegos en los mercados exteriores. Ello supone, que ciertas habilidades para detectar oportunidades de negocios y actitudes frente al riesgo constituyeron elementos claves en las estrategias empresariales dirigidas para afrontar la globalización. En lo que atañe a los elementos no positivos, se observa una débil "estrategia de management" que cuente con un cuadro de factores que incluyan las ventajas del país.

Los avances de la economía gallega se deben a incrementos notables de productividad

Es decir, falta por rentabilizar la explotación de los factores específicos, genéricos, empresariales y de país. Esta carencia deja en el aire holguras muy grandes para los competidores y, por tanto, segmentos de mercado abiertos a la entrada de otros rivales. Desde otra perspectiva, la Xunta de Galicia insiste en aplicar un nuevo modelo productivo basado en una mejor asignación de los recursos y redirigiendo sus actividades hacia acciones de carácter social y de innovación. Los resultados obtenidos muestran, también, ciertos desajustes.

Los avances de la economía gallega se deben fundamentalmente a incrementos notables de productividad, muy por encima de los promedios nacionales. Esta mejor eficiencia productiva radica en los avances en las dotaciones de capital público y privado; de los incrementos en las dotaciones tecnológicas y de los cambios en la composición sectorial de la economía.

Estos elementos compensan el escaso crecimiento de la tasa de actividad de la población gallega frente a la del resto de España.

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Tal y como afirma el informe de La Caixa "el PIB per capita creció en mayor medida en Galicia (14%) que en el conjunto del España (8%) para el periodo 2000-2005; y también lo ha sido para la productividad y para el empleo". Y aquí debemos resaltar un dato muy relevante. Los incrementos de la productividad no se deben a reducciones de empleo, sino más bien a una mejor utilización del aparato productivo y a una distinta orientación comercial del mismo. La razón de esta conclusión tan tajante la podemos encontrar en el hecho de que el crecimiento económico es consistente con un estancamiento demográfico, con lo que se demuestra la capacidad para crecer aprovechando los márgenes y las intensidades de las dotaciones de capital, de capacitación y de tecnología. Estas mayores capacidades competitivas estimulan la actual senda de crecimiento continuado y se pueden afrontar los retos de la globalización sin temor alguno.

Sin embargo, llaman la atención dos encuestas recientemente publicadas: la primera, sobre los niveles de confianza de los empresarios gallegos, y la segunda, en torno a los problemas burocráticos para fomentar el "emprendedorismo". De ambos trabajos, se deducen varias notas significativas. Por una parte, los empresarios enfatizan en vislumbrar escenarios nada positivos, como si quisiéramos contagiarnos de los climas de incertidumbre internacionales arrojando, en consecuencia, índices negativos en lo tocante al clima económico. De otra parte, se insiste en la falta de articulación de las políticas en materia económica, industrial y de innovación. Esto es, se constata una evidente disparidad en líneas de actuación por parte de los responsables políticos de dichas áreas que empobrecen el resultado final.

Y finalmente, también se verifican enormes dificultades para poner en marcha iniciativas empresariales y sociales. El exceso celo burocrático y el largo y sinuoso camino del papeleo entorpece el espíritu emprendedor de una nueva sociedad que busca solventar las causas estructurales del atraso económico de Galicia y desea mirar hacia fuera y no centrarse exclusivamente en el mercado interior.

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