Clinton y Obama moderan su discurso en el debate final
Los dos candidatos demócratas centran la disputa en la economía
Hillary Clinton y Barack Obama aprovecharon el último debate electoral antes del comienzo de las primarias para buscar un papel de favorito que hoy por hoy se les niega a ambos. A diferencia de ocasiones anteriores, no lo hicieron ayer en Des Moines atacando las debilidades del rival, sino tratando de expresar posiciones moderadas y actitudes presidenciales sobre los asuntos más cercanos a los electores.
El debate no estuvo centrado, como otras veces, en Irán, Oriente Próximo o las dudas sobre la personalidad o el pasado de los contendientes, sino en temas como el déficit público, los programas estatales y los impuestos. Como dijo la moderadora, los electores quieren que los candidatos hablen más sobre economía, lo cual no es una buena noticia para los demócratas, que contaban con que las quejas por la guerra de Irak hubieran resistido más tiempo entre las preocupaciones nacionales. No es así, Irak se está empezando a difuminar en la memoria de los votantes.
Todos los candidatos se pronunciaron a favor de presupuestos equilibrados. Son todos candidatos moderados que van a tratar de espantar el fantasma de que los demócratas son los campeones del gasto y los impuestos.
"La economía crecerá de nuevo cuando seamos fiscalmente responsables y prudentes", dijo y Clinton. Obama coincidió con esa prudencia: "Lo más importante es restaurar los desajustes del sistema fiscal, haciendo eso podemos aliviar el esfuerzo que hoy está haciendo la clase media".
"Hay que ser honesto: es imposible mantener la seguridad social sin que alguien pague por ello", advirtió, respecto a posibles subidas de impuestos, el hombre que intenta situarse en el flanco izquierdo de esta carrera, John Edwards. A veinte días de los caucus de Iowa, tampoco Edwards tira del todo la toalla. Aunque para él, que está muy cerca de los dos primeros candidatos en ese Estado, según las encuestas, los caucus representan el todo o nada, puesto que sus opciones de cara a las demás contiendas son notablemente inferiores. Ninguno de los demás aspirantes demócratas parece contar ya para el triunfo final.
La victoria en Iowa es importante porque, aunque se trata de un Estado agrícola sin gran relevancia, marca la tendencia para el resto de la temporada de primarias, que este año es más corto porque las elecciones en casi todos los estados grandes coinciden el 5 de febrero.
Algo similar ocurre en New Hampshire, donde se votará el 8 de enero. En Iowa el sistema de elección es el de caucus, en New Hampshire se celebran las primeras elecciones propiamente dichas. El primero representa el voto de una comunidad religiosa y conservadora del medio oeste; el segundo simboliza el voto progresista blanco de Nueva Inglaterra. Varios candidatos han conseguido antes la nominación con una derrota en alguno de estos Estados pero, según la tradición, una derrota en ambos conduce a la derrota definitiva tanto como el triunfo en los dos equivale a la victoria final.
Clinton era hasta hace poco favorita en ambos, pero las encuestas de los últimos diez días dieron ya varias veces por delante a Obama en Iowa y lo han colocado en un codo con codo en New Hampshire. Estamos, pues, ante las primarias más emocionantes que se recuerdan.
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