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El ocaso de la Bauhaus gallega

El juez fija la fecha de la junta de accionistas del IGI el próximo 23 de enero. El entorno de Díaz Pardo teme que le retiren del cargo de consejero delegado

"El Laboratorio de Formas, nacido en la Galicia emigrada como hecho de la voluntad de dos artistas, se propone el estudio de las formas desarrolladas en el pasado gallego y las que aún hoy alientan, heredadas de ese pasado, en nuestro presente".

Para Baamonde, "Isaac es aún quien mejor representa el espíritu Sargadelos"
"El que se acercó al proyecto sólo puede admirarlo", dice Xosé Luís Axeitos
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Así comienza el Manifesto do Laboratorio de Formas, redactado por Luís Seoane con la contribución de Isaac Díaz Pardo en 1963. A partir del texto que puso los cimientos de la refundación de cerámicas Sargadelos, los dos intelectuales construyeron un singular entramado cultural que abarcó editoriales, museos, fábricas de cerámicas e incluso un abortado proyecto periodístico, alojado en el Instituto Galego de Información. El juez acaba de dictaminar para el 23 de enero de 2008 la junta de accionistas del IGI que, presumiblemente, retirará a Isaac Díaz Pardo del cargo de consejero delegado, el último que ejercía en el grupo empresarial.

El académico Xosé Luís Axeitos, en la actualidad también secretario de la institución, y experto en la figura de Luís Seoane, hace memoria: "Seoane y Díaz Pardo conocían perfectamente el significado del Sargadelos histórico y querían recuperarlo; el manifiesto del laboratorio une ese espíritu de aprovechar los recursos de Galicia a la dialéctica entre arte e industria de la Bauhaus alemana". La factoría de Cervo, donde se encuentra el lugar llamado Sargadelos, recogía la tradición cerámica que fundara, en el siglo XVIII, uno de los personajes de la historia gallega más cercano a la Ilustración, el marqués de Sargadelos. La cineasta y profesora Margarita Ledo Andión se refiere a Raimundo Ibáñez, el noble asturiano que creó la loza Sargadelos, como "un afrancesado aniquilado por fuerzas reaccionarias".

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Cuando, desde el exilio argentino, Luís Seoane e Isaac Díaz Pardo se propusieron el proyecto de refundar Sargadelos, se apoyaron teóricamente en la experiencia del centro Bauhaus anterior al ascenso de los nazis al gobierno en Alemania. "Se trataba de aplicar arte a objetos de uso cotidiano, para que los ciudadanos comprendan la cultura contemporánea a través de ellos", explica Ledo Andión. La autora del filme Liste, pronunciado Líster menciona igualmente la escuela de Ulm, posterior a la II Guerra Mundial, y "la herencia saintsimoniana, de aunar arte, ciencia e industria, recogida del marqués". Xesús Alonso Montero se muestra contundente: "No sé si alguien lo ha dicho, pero desde hace 50 años, Sargadelos es la construcción cultural más importante de Galicia". "Como todavía no existe el socialismo, existe el Sargadelos de Isaac, que pone el capitalismo al servicio de la sociedad", opina.

La plusvalía generada por las fábricas de cerámica de O Castro, en Sada, y de Sargadelos, fue la que permitió la estructuración del tejido cultural asociado al caolín y sus figuras azules, rojas y blancas. "A partir de una idea genial y brillante, de vanguardia, como era producir valor añadido gracias al diseño, crearon todo un grupo de comunicación cuya culminación iba a ser el diario Galicia", relata el ensayista Antón Baamonde, que especifica: "También utilizaban la cerámica para la comunicación, ya que portaban textos y acercaban a la gente figuras históricas como Pedro Madruga, Pardo de Cela o Roi Xordo". Para el profesor y vicerrector de la Universidade de Santiago de Compostela, Elías Torres, "Sargadelos es una fábrica cuyos productos elevaron la autoestima de los gallegos".

Desde el entorno de Isaac Díaz Pardo, desplazado de la gestión de las dos empresas más importantes del grupo -la fábrica de Sargadelos y Cerámicas O Castro- temen que la operación de la nueva dirección acabe con la dimensión cultural que significó históricamente la marca. La coordinadora de Ediciós do Castro, Charo Portela, confirma "la situación kafkiana" que viven los trabajadores del IGI, sin salario desde hace seis meses. "A estas alturas del año, lo usual era llevar más de 40 libros editados, pero no llegamos a los 20", dice.

"El aparato editorial está paralizado", observa Margarita Ledo, "y en una maniobra propia del capitalismo salvaje, hasta pueden llegar a cortarle la luz a Isaac". "El conflicto de usurpación con Díaz Pardo es un síntoma de que las cosas van a ir a peor", concluye Ledo Andión, quien hace memoria y recuerda como en O Castro de Samoedo vio "por primera vez las animaciones de Norman McLaren". Para Antón Baamonde, Isaac Díaz Pardo "aún es el mejor representante del espíritu singular de la empresa Sargadelos, lo que hay que mantener, más allás de la cuestión accionarial".

La poeta Yolanda Castaño, encargada de la gestión cultural de la galería Sargadelos de A Coruña desde marzo, no percibe ese desprendimiento "de lo cultural" en la actual directiva del grupo. "Si la empresa paga el alquiler de un local en plena Rúa Real coruñesa que dedica más de 100 metros cuadrados a temas exclusivamente culturales, no sé si se puede decir que no se cuida la cultura", afirma. Al mismo tiempo que el establecimiento herculino abría sus puertas, dos galerías históricas echaban el cierre: la de Milán, un empeño personal de Díaz Pardo para establecer contactos con un centro internacional del diseño, y, a finales de este año, la de Porto.

Para el profesor Elías Torres, especialista en planificación cultural, el hecho reside en que "sin entrar en quien tiene la razón en la disputa empresarial, los factores singulares de la cerámica, aportados por todo el proyecto cultural, ya se han quebrado". "No sé si hubo desajustes en la gestión, pero lo que nadie puede negar a estas alturas es la vida de frugalidad de Isaac, un auténtico ermitaño", considera Xosé Luís Axeitos, "todo el mundo que se ha acercado al proyecto no puede más que sentir admiración por él". Margarita Ledo lo expresa con claridad: "Sargadelos se transforma en una empresa neoliberal, pero lo hace a través de unos procedimientos que, por no estar reglados, no tenemos por qué reconocer como legítimos".

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