Tensión social
"Sé la palabra que es por las cien que no son" decía la poeta rusa Marina Tsvietaieva para ilustrar su proceso creativo. Frase que considero un consejo de oro para escribir y también para enfocar la realidad, para abordarla con la atención o la curiosidad puestas en lo que falta y al faltar concentra el sentido, brilla de significados por su ausencia. Las detenciones en el caso Ekin han provocado comentarios políticos en serie. Se trata del tipo de noticia que en Euskadi recibe de inmediato no sólo atenciones sino reacciones e incluso análisis por parte de muchos dirigentes políticos y cargos institucionales. He dicho atención pero también cabría decir "mimo", tal es el celo que suelen poner en sus pronunciamientos cuando de estos asuntos se trata. Recojo, de entre todas, las declaraciones realizadas por el portavoz de Ezker Batua en el Parlamento, sencillamente porque ese partido tiene encomendados la Vivienda y los Asuntos Sociales en el Gobierno vasco. Oskar Matute ha declarado que las detenciones ordenadas por la Audiencia Nacional sólo sirven para alimentar la tensión y generar más crispación social.
Todo da igual; en la (des)consideración de los responsables de asuntos sociales
Ha sido escucharle y acordarme de Marina Tsvietaieva y de los significados que brillan en ausencia. Que reflejan lo que falta políticamente por señalar, analizar, deplorar, medir en términos de agobio o angustia de la sociedad, y remediar.
Llevamos una mala racha de noticias sociales. En los mismos días en que se producían las detenciones referidas, el Ararteko alertaba sobre el peligro de que aumenten las personas sin techo en Euskadi. Pero a esta noticia le ha faltado la tournée de comentarios políticos y de vaticinios de tensión social. Y, hablando de faltar, faltan en este país viajes oficiales de interior, visitas de los responsables de vivienda; por ejemplo, a los cajeros habitados por las noches; o a los campings donde la gente vive de manera permanente porque no puede permitirse otra casa; o a los pisos subarrendados en régimen de hacinamiento. Faltan visitas a la tensión en directo de quienes están hipotecados de por vida y ahora mismo, con la subida de tipos de interés, con el agua al cuello, perdiendo, en el mejor de los casos, sólo tranquilidad y calidad de vida.
A estos asuntos les faltan las reacciones indignadas, los comentarios inquietos (e inquietantes), los gestos de apoyo de los responsables políticos del ramo, las frases del tipo "esto sólo sirve para alimentar la tensión y generar crispación social". Faltan y, en silencio, lo dicen todo.
Da igual (o les da igual) que en Euskadi suba el desempleo o que tengamos uno de los índices de contratación precaria más altos de nuestro entorno (más del 90% de los nuevos contratos); que se disparen las denuncias y agresiones de género, o los accidentes laborales; o el número de personas que aquí mismo viven en la pobreza (unas 120.000) o en sus inmediaciones (cerca de medio millón).
Da igual que, como se hacía público hace unos días, haya bajado el consumo de alimentos tan básicos como el pan, la leche y los huevos, tras la subida de precios. Todo da igual; en la (des)consideración gobernante, y de manera significativa de los responsables de asuntos sociales, debe de tratarse de cuestiones de hipotensión social, de trámite o subtítulo mudo del auténtico argumento de su película.
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