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Reportaje:INFANTIL Y JUVENIL

Un corta y pega para jugar, instruir y hacer política

Elisa Silió

Las palabras hula-hop, taba o recortable traen entrañables recuerdos de infancia a los padres de hoy en día. Pero sus hijos, reyes de la PlayStation y el chat, sólo descifrarían el significado de estos vocablos con un diccionario en la mano. Por eso la exposición Juegos de papel. Los recortables de la colección del Museo del Traje, que se inaugura el miércoles en Madrid, será una gratificante sorpresa para más de un visitante. La muestra hace un recorrido por la historia del recortable, de 1850 a 1955, a través de 48 láminas -algunas voluminosas ya montadas- elegidas entre los 4.700 recortables propiedad de la institución. "Tenemos una gran colección. Los recortables eran primero del Museo del Pueblo Español, luego pasaron al de Antropología y de ahí al del Traje. Además, en 1992, se compró la colección de Rafael de Francisco, que era muy buena", cuenta Teresa García Cifuentes, comisaria de la exposición.

Los de muñecas surgieron en Inglaterra para que las niñas de clase alta aprendieran a comportarse como señoritas
Hasta que llegó la Guerra Civil y los recortables se convirtieron en objeto de propaganda para los dos bandos

Con la muestra, el museo ha querido exhibir parte de sus colecciones ocultas -nunca antes lo había hecho-, pero también aportar datos de la época en la que se imprimieron estos juguetes y destacar un valor pedagógico que se ha perdido. "Los primeros recortables fueron de hileras de soldados a finales del siglo XVIII. Una teoría sostiene que se dibujaban e imprimían para que se coloreasen en casa y otra, que se utilizaban en la formación militar para enseñar tipos de uniforme" prosigue G. Cifuentes. Tuvo que pasar tiempo para que con los soldaditos se jugase a las batallitas.

De finales del XVIII son también los primeros recortables de muñecas. "Surgieron en Inglaterra para que las niñas de clase alta aprendieran a vestirse, a comportarse como señoritas. Pero, con el tiempo, pasaron a ser de las niñas que no podían tener a Mariquita Pérez", recuerda la comisaria. Además, con los teatrillos recortables los niños leían clásicos como Don Juan Tenorio o El mercader de Venecia. Un divertimento pero también material utilizado para instruir en historia, geografía o literatura. "No imagino ahora a un niño pasando el Rubicón con un recortable de Julio César en la mano".

Hasta que llegó la Guerra Civil y los recortables se convirtieron en objeto de propaganda para los dos bandos. En Barcelona, Seix Barral, Bruguera o El Niño publicaban las del Ejército Popular; en Zaragoza, Uriarte y El Toro, o en Galicia, El Faro, hacían lo propio con el bando nacional. Unas impresiones que permiten seguir la evolución de la contienda, con representación de algunos líderes, aunque no de Franco. "Muchos republicanos se han perdido porque al final de la guerra tenían poco papel". De la imprenta de la madrileña La Tijera salieron los superventas: series de los vencedores y de los jóvenes falangistas (flechas y pelayos). Una lámina de Shirley Temple con el brazo en alto sintetiza la labor de propaganda.

Juegos de papel. Los recortables de la colección del Museo del Traje. Avenida de Juan de Herrera, 2. Madrid. Del 12 de diciembre al 2 de marzo de 2008. www.museodeltraje@mcu.es

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Sobre la firma

Elisa Silió
Es redactora especializada en educación desde 2013, y en los últimos tiempos se ha centrado en temas universitarios. Antes dedicó su tiempo a la información cultural en Babelia, con foco especial en la literatura infantil.

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