El 11-M sobre un escenario
La Sala Cuarta Pared estrena una obra sobre los atentados
Atocha, 11 de marzo de 2004. Una madre deambula entre escombros con una foto de su hijo en una mano y el teléfono móvil en la otra, desde donde le llama desesperada. "¿Alguien ha visto a este chico?", pregunta a las sombras que se esfuerzan por ayudar a los heridos. Pocos minutos antes, dos etarras que preparaban un artefacto en un piso cercano escuchan la detonación y se preguntan quién ha sido, escandalizados por la masacre.
Mientras, un joven fundamentalista se alegra de lo que sucede, ante el horror de su madre, que le descubre filmando con una cámara. Un psiquiatra, un policía, una mujer que intenta evitar lo que pasa, un periodista-payaso que entrevista en clave de clown al político... Así hasta 11 personajes para dos actores, Francesc Galcerán y Maite Jiménez, que bajo la dirección de Mariano de Paco interpretan 11 miradas durante tres semanas en la Sala Cuarta Pared.
"Lo que hacemos es reflexionar y dar una mirada crítica de lo que sucedió, pero con total respeto a las víctimas", explica De Paco. "Estamos hablando de una tragedia que afectó a mucha gente y seguirá afectando, así que el texto original de Tomás Afán plantea distintos puntos de vista sobre el atentado, sin tomar partido".
La obra se compone de una sucesión de escenas interpretadas sobre una estructura móvil de metal en forma de M gigante, con los colores rojo y blanco, que recuerdan a los trenes siniestrados, envueltos por el humo y el escalofriante sonido de sirenas. "Este espectáculo habla a través de personajes anónimos que tienen algo en común, y ese nexo de unión es el atentado. Aunque no todos sean víctimas, sí se verán de alguna forma afectados", señala Galcerán, que durante la función tiene que transformarse tantas veces como papeles y voces interpreta.
A pesar de la tragedia, también queda tiempo para ironizar sobre la hipocresía mediática, las grandes palabras políticas que no llevan a nada y los asesinos que se escandalizan ante el trabajo de otros asesinos. "Por primera vez en 25 años de carrera no me siento actriz", asegura Jiménez. "Es imposible ponerse en la piel de la gente que realmente sufrió esto. Por eso nos acercamos al tema con toda la humildad y un poco de miedo ante la reacción que puede tener el público. Hay una escena que tengo con Francesc que resume bastante bien por qué hacemos esto. Él dice: 'Hay que olvidar'. Y yo le respondo que no es bueno olvidar. Si esta obra puede servir de algo es para que no olvidemos. Creo que mientras lo mantengamos en la memoria colectiva, hay más posibilidades de que no se repitan algunos errores".
Por lo menos, la expectación está asegurada. En el estreno de ayer, se agotaron las entradas para las 172 butacas de la sala y ya hay reservas para las próximas funciones.
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