El Atlético, sin despeinarse

No sin razón, Aguirre, técnico del Atlético, quiso resolver cuanto antes y buscó que el equipo firmara su pase a la siguiente fase del torneo a la voz de ya. En Copenhague, por ejemplo. Así que no reparó en gastos y puso en liza a los dos mejores, Forlán y Agüero, una de las parejas de moda en el planeta. Pese a que el partido tenía pinta de poca cosa, se encomendó a las estrellas del equipo, convencido de que resolverían más pronto que tarde. Acertó. Dos apariciones de Agüero, tan estruendosas como de costumbre, le dieron el triunfo y certificaron la clasificación para la siguiente ronda, donde sin duda se verá en duelos de mayor enjundia. Porque por mucho que el rival haya conquistado las dos últimas Ligas en Dinamarca, su potencial no admite comparación con el del Atlético.

Y menos ahora, cuando el equipo está crecido, serio incluso, sin esos altibajos que tantos sustos le han reportado. Se plantó Motta en el círculo central y puso a carburar a los suyos. Él, personalmente, dio el primer aviso. Su zancada le llevó al borde del área, donde encontró a Agüero, quien le devolvió el balón. Motta lanzó un durísimo disparo que sacó como pudo el meta danés. Ahí, en los movimientos de Agüero y Forlán al borde del área, iba a encontrar premio el Atlético. Fue Simao quien se encargó de asociarse con el Kun, que le dejó solo en el área a lo que, sin duda, ayudó que Forlán arrastrara con su movimiento a los centrales. Simao definió con grandeza, con un disparo raso, combado, cercano al palo.

El conflicto, que nunca fue tal, estaba resuelto. Al Atlético no le quedó más que controlar el partido, sin prisas, sin veleidades defensivas, con ese empaque que viene mostrando. El que enseña Motta, por ejemplo, coautor del segundo gol. Ël recuperó el balón, él vio la veloz arrancada de Agüero y él le puso el pase largo. Ante el portero se plantó el Kun, sereno, sin pestañear, para regatearle, marcar a puerta vacía y sellar otro triunfo de un Atlético que muestra sus galones día sí, día también.