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Reportaje:Apuntes

La Universitat en tiempos de guerra

Valencia se convirtió en el último centro académico de la España republicana

Desde su creación en la época medieval, universidad y política han estado unidas, pero nunca la universidad española ha estado tan politizada como en la Guerra Civil. Las universidades prosiguieron su actividad, a su modo. Durante los tres largos años de contienda también las universidades perdieron su neutralidad escogiendo su bando. Sobre los perdedores de la guerra ideológica cayó el yugo franquista: fusilamientos, exilios y asalto a cátedras, que pasaron a ocupar los vencedores.

El congreso internacional Valencia, Capital Cultural de la República, 1936-1937, organizado hasta hoy por la Universitat de València y el Ministerio de Cultura en el colegio mayor Rector Peset, ha abordado la vida académica de entonces. Un tiempo desconocido en el que la Universitat se convirtió en un símbolo de la Valencia republicana.

"Las universidades se dividieron en dos: las republicanas y las franquistas, y había diferencias de bulto entre ambas", explica Marc Baldó, profesor de la Universitat de València. Las que permanecen leales al Gobierno republicano (Valencia, Barcelona, Murcia y Madrid) fueron "capturadas por la emergencia" incorporando toda una serie de asignaturas y cursillos para adaptarse a la guerra (médicos y practicantes de campaña, transmisiones, topografía...). En la Valencia republicana, profesores y estudiantes persiguen abrir la educación a todos los sectores sociales y renovar a fondo la universidad, reivindicación en la que incide la FUE (Federación Universitaria Escolar), principal sindicato de estudiantes estatal, bien implantado en Valencia. Durante la guerra, la Universitat de València acoge a los profesores y alumnos de Murcia e integra también muchas facultades de Madrid; la de Barcelona, que es autónoma, continúa en marcha. En todas ellas se mantiene cierta actividad académica: además de los cursillos para atender "emergencias", el curso 1937-38 se abren los estudios con planes renovados, aunque con escasa matrícula (los alumnos están movilizados). En las universidades de la zona franquista (todas las demás: Salamanca, Santiago...) a los profesores se les dedicó a tareas de guerra, y no se reguló enseñanza ordinaria.

María Fernanda Mancebo, también de la Universitat, describe cómo todas las instituciones docentes republicanas se adecuaron a la guerra: "Las facultades de Medicina y Ciencias presentaron cursillos con Química de guerra, Cirugía General, Higiene y Epidemiología en guerra...", siendo "especialmente llamativo", el cambio proyectado en la conservadora Facultad de Derecho, que incorporó en sus planes asignaturas sobre la lucha de clases. Bellas Artes confeccionó carteles y material gráfico, mientras que Magisterio, "sumamente politizado" contribuyó a la creación de la Universidad Popular (una universidad para la clase obrera ubicada en la calle del Mar, que según el diario Verdad tuvo mil alumnos entre 1936-1937), a las colonias escolares, y, sobre todo "gestó un nuevo tipo de profesores de primaria que pagaría durante la guerra y el franquismo". Por su parte, Filosofía y Letras creó en 1937 el Centro de Estudios Históricos del País Valenciano.

Los alumnos republicanos fueron concentrándose en la última en resistir, la de Valencia, pero fueron menguando por el curso de la guerra. La Universitat facilitó terminar las carreras a quienes les faltaban tres asignaturas, sobre todo, a los que luchaban en el frente. "Los estudiantes de Medicina de últimos cursos ejercieron en la guerra como médicos de campaña; los de primeros cursos, como practicantes, y los de las demás carreras, como asistentes", recapitula Baldó. "A principios de los años treinta la Universitat de València crece mucho. Llega a tener 3.615 estudiantes". La guerra provoca la caída. Por ejemplo, en Medicina, facultad cuyos datos están mejor documentados, pasa de unos 900 alumnos antes del conflicto a 300, la mayor parte en cursillos de médicos y enfermeros de campaña. Más decae Derecho: de 700 a 16, y Ciencias y Letras, carreras subsidiarias de las anteriores, llegaron a acoger respectivamente 481 y 393 estudiantes antes de que estallara la guerra, y después unos 50 cada una. Esta drástica reducción estudiantil fue aprovechada para dedicar a algunos profesores depurados a labores militares, mientras otros tuvieron que acostumbrarse a que sus clases tuviesen pocos oyentes.

Asalto a las cátedras

La efervescencia y entusiasmo especialmente en la educación durante el tiempo que Valencia fue capital de la República, entre noviembre de 1936 y octubre de 1937, decayó con la marcha desfavorable de la guerra y la proclamación de la dictadura. El fusilamiento del rector de la Universitat de València, Juan Bautista Peset, en 1941 por la conferencia dictada en el Paraninfo en 1937 en la que criticaba la sublevación fascista fue uno de los capítulos más luctuosos.

También hubo otras pérdidas, la muerte del profesor León Le Boucher, en el frente de Córdoba, la del estudiante Juan Marco, de la FUE (la Federación Universitaria Escolar) en Castellón... Durante la capitalidad republicana de Valencia, los universitarios ocuparon cargos políticos y viceversa, y al perder la guerra el Gobierno franquista sometió a la represión a todas las instituciones seguidoras del ideario republicano.

Además de las pérdidas humanas y exilios, las universidades padecieron el "asalto a las cátedras", señala Pilar Hernando, profesora de la Universitat de València, para referirse a los cargos que pasaron a ocupar los docentes afines al Movimiento Nacional al finalizar la contienda. "La depuración nacional fue mucho más violenta que la que se llevó a cabo en la universidad republicana. En ésta hubo sanciones, pero la purga que practica el régimen franquista a los docentes simpatizantes del ideario republicano al acabar la guerra contemplaba condenas a muerte y exilios".

No hay datos precisos de cuántas cátedras fueron ocupadas por las vacantes dejadas por los docentes republicanos, pero pudieron superar el centenar. Lo que sí constan son los homicidios. "Los primero meses de la guerra fueron los más crueles y cuatro catedráticos que eran diputados en las Cortes por partidos de izquierda, Melquíades Álvarez, Castro Prieto, José Palanco y Rafael García-Duarte, fueron asesinados antes de las Cortes de octubre de 1936".

Jaume Claret, de la Universitat Pompeu Fabra, ironiza sobre los méritos ideológicos de los ganadores del conflicto: "José María Escrivá de Balaguer [el fundador de Opus Dei] estuvo estudiando Derecho 10 años y después de acabar la guerra civil tardó sólo un mes en licenciarse, doctorándose en dos meses más". Cuando alude a "aquella generación de plata obligada a exiliarse" siente nostalgia pues es algo que sólo perdió España y aprovecharon los países de acogida. Y de la universidad actual opina que "es más hija de la franquista que de la republicana".

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