Un estudio concluye que los imanes no son los líderes de las comunidades islámicas
Los imanes, guías espirituales musulmanes, no son el modelo político que se sigue en las comunidades islámicas catalanas. Esta es la principal conclusión del estudio, encargado por la Fundación Jaume Bofill al antropólogo Jordi Moreras, que Editorial Empúries publica bajo el título Els imams de Catalunya.
El estudio de Moreras, presentado ayer en la sede de la Fundación Jaume Bofill, pretende "dignificar el papel de los imanes" y "acabar con los mitos que rodean a los líderes religiosos musulmanes", señaló el autor.
El libro, basado en entrevistas a 33 imanes y a expertos y representantes de asociaciones e instituciones relacionadas con el mundo musulmán, repasa primero la configuración del liderazgo en el islam y se centra después en el papel que los imanes ejercen en Cataluña.
El estudio de Moreras explica que los imanes no son los líderes de la comunidad musulmana, sino que ejercen sólo de guías espirituales. "El carácter verdadero del liderazgo que se dice que poseen los imanes resulta ser la exposición de los anhelos de las sociedades europeas", indicó Moreras. El papel que los musulmanes otorgan a sus imanes es el de "garantes de la tradición islámica y la cultura de origen".
"Hay que distinguir el liderazgo espiritual del liderazgo civil", aclaró el autor, que señaló que quienes poseen el poder en la comunidad son los que contratan a sus líderes religiosos. "Los imanes son funcionarios de la comunidad musulmana", resumió Jordi Sánchez, presidente de la Fundación Bofill.
El perfil del imán catalán, agregó Moreras, es el de un hombre de una cincuentena de años, nacido en Marruecos, sunní y poco adaptado a la sociedad: el 30% de los imanes no habla ni castellano ni catalán.
La precariedad laboral es otro punto en común en los imanes catalanes, ya que sólo el 20% tiene contrato laboral y los sueldos, según el estudio, "no alcanzan los 700 euros". El autor abogó por normalizar la situación laboral de los imanes y complementar su formación doctrinal con el aprendizaje de la lengua y la cultura catalanas, para lograr su arraigo a la sociedad. "Un contrato es más integrador que aprender el idioma", concluyó.
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