El general derrotado
"¿Han visto ustedes a algún ejército que parta a nueva batalla dirigido por un general vencido?". Esta frase pronunciada por el socialista Lionel Jospin tras perder las presidenciales de 2002 bastaría por sí misma para calificar la perspectiva del PP en Andalucía para las próximas elecciones autonómicas y también la situación de su líder, Javier Arenas, que se presenta por tercera vez como candidato, tras haber sido derrotado en las dos ocasiones anteriores.
Javier Arenas se apresta a dirigir su última batalla, rememorando hazañas antiguas, como nos imaginamos que haría un viejo general contando sus años de lucha, y le recuerda a todo aquel que quiera escucharle que en 1994 consiguió duplicar los votos que el PP obtenía en Andalucía, al mismo tiempo que les demanda a sus militantes que no quiere resignados a su lado. Sin embargo, al igual que también supongo que haría el viejo militar, Javier Arenas refiere la historia dominado por episodios de memoria selectiva, olvidando, por ejemplo, que Teófila Martínez logró mejores resultados que él en las elecciones autonómicas, o que, como ministro, formó parte de los dos Gobiernos de España que más discriminaron a Andalucía, tanto que incluso le negaron el reconocimiento de su población.
Sus lagunas son tan evidentes que se autoproclama como "el centro político y andalucista", cuando precisamente durante su carrera no ha tenido ningún reparo en prescindir de sus compañeros más centristas y cualificados, que hastiados llegaron a abandonar incluso la política activa, como Manuel Pimentel o Amalia Gómez, para, a cambio, rodearse de los más conservadores de sus correligionarios, como Antonio Sanz o Esperanza Oña.
Quizás por todo ello, ahora no es capaz de reprobar y desacreditar a aquellos de sus compañeros que se dedican a insultar a Andalucía, como Vidal-Quadras, que sólo es uno más de la larga lista de dirigentes nacionales del PP que se han permitido poner en cuestión la libertad o la identidad de los andaluces. ¿Cuál es el verdadero peso político de Javier Arenas en su partido, cuando no es capaz de impedir que sus dirigentes ofendan sistemáticamente a nuestra comunidad? La respuesta ya la dejó escrita Sun Tzu en "El arte de la guerra": "Si el ejército no tiene disciplina, quiere decir que el general no es tomado en serio. Si los estandartes se mueven, quiere decir que está sumido en la confusión".
Apremiado por su ausencia de propuestas, Javier Arenas centra su actividad en una oposición política llena de cinismo. ¿Acaso no es un ejemplo de cinismo criticar el acuerdo de Manuel Chaves con Rodríguez Zapatero para el pago de un adelanto de la deuda histórica, cuando los gobiernos en los que él fue ministro se negaron siquiera a reconocerla? ¿Acaso no es un ejemplo de cinismo decir como crítica política que en Andalucía "hoy por hoy sólo somos líderes en lo malo", permitiéndose incluir en su listado de catástrofes que somos "la comunidad donde más mujeres mueren a causa de la violencia machista"?.
Javier Arenas podría firmar cualquier tratado de Cómo ser un cínico y no morir en el intento. Ha estado tan ocupado buscando un inexistente míster X en Marbella que no ha tenido tiempo de fijarse en los alcaldes imputados de su partido, como el de la Línea de la Concepción -que es sólo uno de los 26 cargos públicos del GIL que el PP ha acogido en sus filas sin ningún tipo de complejo- o como el de Alhaurín el Grande, imputado por prevaricación y cohecho, y que para negar los cargos que pesan sobre él se permite el lujo de calificar a España de república bananera, acusando a los jueces, fiscales y policías de actuar al albur de las directrices del PSOE, lo que, por desgracia, ya ha pasado a convertirse en otra costumbre en el PP.
Es sólo un ejemplo más de esa política del todo vale que practica el PP, que inició Aznar y ha continuado Mariano Rajoy, y que no entiende de límites con tal de conseguir el poder al precio que sea, aunque pueda verse afectado el propio sistema democrático. Las apelaciones al miedo a que está recurriendo el PP son un viejo método de marketing político. Lo define bien la profesora y periodista Lourdes Martín cuando señala que "los consultores se jactan de usar la publicidad negativa para reducir la concurrencia a las urnas, cuando un alto nivel de abstención beneficia a un candidato (...). En un clima de cinismo hacia la política y los políticos, siempre parece más fácil demostrar que el adversario no es lo que el votante quiere que persuadirle de que uno mismo sí lo es".
En este marco, Arenas afronta su tercer enfrentamiento electoral con Manuel Chaves más preocupado por saber por qué provincia va a concurrir que por ilusionar a los andaluces con propuestas y soluciones a sus problemas más cercanos. Decía el teólogo William George Ward que "las oportunidades son como los amaneceres: si uno espera demasiado, se los pierde" y Javier Arenas sabe que ya ha amanecido.
Luciano Alonso Alonso es parlamentario de Málaga por el PSOE.
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