"No quiero pasarme la vida en la cárcel"

"Acepto hasta que hice lo de las Torres Gemelas si es necesario". Julián Muñoz no está dispuesto a pudrirse en la cárcel. Hace unos días, aceptó que se le impusiera una multa de 9.000 euros por un delito urbanístico sin pelear por demostrar su inocencia en la vista oral. Ayer justificó su decisión: "No me considero culpable, acepté la multa porque no quiero pasar el resto de mi vida en la cárcel". Recordó que tiene 83 causas pendientes por el mismo motivo y advirtió que "si no tomo la decisión que tengo que tomar voy a estar 83 años en la cárcel".

Visiblemente deteriorado, con dificultades para andar, Julián Muñoz es procesado de nuevo por delito contra la ordenación del territorio al ser miembro de la comisión de gobierno que en julio de 1997 concedió la licencia de obras para un edificio de 68 viviendas en un suelo que ocupaba zona verde y viario público. El titular de la licencia, Incopromar, era una sociedad del periodista ya fallecido Antonio Herrero.

Muñoz y los otros cinco ex concejales acusados, para los que el fiscal pide 18 meses de cárcel, aseguraron que se limitaron a "asentir" la propuesta de licencia porque el secretario les dijo que contaba con los informes técnicos y jurídicos favorables. "Dábamos licencias con el absoluto convencimiento de que estábamos en la legalidad, tanto que aún hoy que llevo 17 meses en la cárcel sigo diciendo lo mismo", dijo Muñoz.

Aunque está acusado, no será juzgado el ex edil Juan Antonio Yagüe, hermano de la ex alcaldesa Marisol Yagüe porque se encuentra huido. Tampoco será procesado finalmente el ex primer teniente de alcalde Pedro Román, que ayer quedó exculpado.

Por el contrario, las tres acusaciones populares, aunque no el fiscal, imputan como instigadores y piden seis meses de prisión para Juan Antonio Roca, el ex gerente de Urbanismo presunto cerebro de la red de corrupción en Marbella y el que fuera abogado de confianza de Jesús Gil, José Luis Sierra.

Al contrario que Muñoz, Roca exhibe un magnífico aspecto. Mientras le llegó el turno de declarar no cesó de consultar una voluminosa documentación. En el estrado lució soltura e ironía, y ante la indisimualda admiración de su hija María, negó "absolutamente" haber intervenido "jamás" en una licencia de obras. porque lo suyo, dijo, era la planificación.