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Dos muertos y cuatro intoxicados por monóxido de carbono en Vicálvaro

El gas de una caldera afectó a tres pisos de un bloque de viviendas

Casi todas las ventanas del bloque de tres pisos estaban abiertas ayer por la tarde. Decenas de vecinos esperaban poco antes de las cinco frente al número 19 de la calle de Condesa Vega del Pozo (Vicálvaro) a que sacaran los dos cuerpos para trasladarlos al Instituto Anatómico Forense. Un matrimonio muy querido en el barrio -Julio Caballero, barrendero de 59 años, y Angelines Martínez, de 57, que trabajaba en un bar familiar- habían muerto por inhalación de monóxido de carbono procedente de la fuga de una caldera. Encontraron sus cuerpos a las dos de la tarde. Pero el gas comenzó a expandirse por el edificio de madrugada e intoxicó a otras cuatro personas.

Los fallecidos eran una pareja de 57 y 59 años muy querida en el barrio
"Acababan de cambiar la calefacción", aseguró una vecina
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El Summa (Servicio de Urgencia Médica de Madrid) visitó por primera vez el edificio, construido hace más de 40 años, según los vecinos, a las 10.20. El cuñado y la hermana de Angelines, Pelayo y Adeli, que viven en la tercera planta del mismo bloque, avisaron al 112 porque él no se encontraba bien. Tiene problemas cardiacos crónicos y pensaba que estaba sufriendo un infarto. Se lo llevaron al hospital Gregorio Marañón. Las hijas del matrimonio fallecido, Clara, de 32 años, y Cristina, de 24, acudieron al hospital para interesarse por su tío. Desde allí llamaron a la casa de sus padres. Nadie cogía el teléfono. Insistieron sin éxito. Y decidieron ir a buscarlos. Al entrar, el gas las dejó inconscientes.

Poco antes de las dos de la tarde, el servicio de emergencias 112 recibía otras dos llamadas de la zona. La primera, de un vecino que aseguraba haber visto a dos personas inconscientes a través de una ventana de la casa de los Caballero. Un equipo del Summa se desplazó al lugar. Una segunda llamada, dos minutos después, alertó de una posible fuga de gas que puso en alerta también a los bomberos.

Al entrar en la casa, los servicios de emergencia se encontraron a la mujer tendida en el pasillo y a su marido en la bañera. Estaban muertos. También hayaron a las hijas inconscientes en el salón. Les suministraron oxígeno. Cuando recuperaron la consciencia, no recordaban nada. Fueron trasladadas al Gregorio Marañón con diagnóstico grave. El hospital no informó ayer por la noche de su estado por deseo de la familia. También trasladaron a dos menores del piso de al lado, de 13 y 9 años, por una intoxicación leve.

"La policía nos ha dicho que cortemos el gas y que abramos todas las ventanas", explicaba ayer a gritos una vecina del primer piso a otra del bloque de enfrente. "A mí me dolía mucho la cabeza esta mañana". El escape de monóxido de carbono comenzó previsiblemente en la caldera del segundo piso, donde vivían los fallecidos, según fuentes policiales. Este gas, que no huele, tiende a extenderse en función de las corrientes de aire. El del piso de los Caballero pudo colarse a otras viviendas por los huecos de la ventilación de los aseos o por el tiro de la chimenea, según indicó una portavoz de Emergencias Madrid.

El efecto que produce el gas es conocido como la muerte dulce. La persona que lo inhala se va adormeciendo hasta morir. En el inmueble se concentró un 27% de monóxido de carbono, una cantidad muy alta teniendo en cuenta que a partir del 7% resulta mortal. La investigación de la Policía Científica debe determinar si la fuga se produjo por falta de mantenimiento o por otro motivo.

Una vecina de las víctimas, Encarnación Sánchez, que vive en el primer piso, explicó que la fallecida había reparado "recientemente" el sistema de calefacción por gas. El sábado charlaron un rato. Angelines "estaba muy contenta porque hace poco le arreglaron la calefacción y parecía que funcionaba muy bien", según indicó la vecina en declaraciones a Efe. La mujer añadió que los fallecidos formaban una pareja "muy maja".

En el barrio eran muy conocidos porque ella regentaba con sus dos hermanos el bar Casa Botija, a menos de 200 metros calle arriba de la vivienda. El local estaba ayer por la tarde lleno de familiares, con la puerta cerrada y la verja entreabierta. Nadie quería comentar nada. "Hace poco murió su madre y les dejó el bar a los hermanos. Eran gente muy buena, se les va a echar mucho de menos", explicaba Luisa, otra vecina.

Otros allegados aguardaban a un lado del precinto policial que rodeaba el inmueble. Allí, entre lágrimas, se explicaban unos a otros que lo de Pelayo, el cuñado de la pareja muerta, no había sido un infarto. Él fue el primer intoxicado del día. En el hospital le detectaron monóxido en la sangre. Pero ya era demasiado tarde para Angelines.

Una mujer  llora tras conocer la muerte de dos de sus vecinos.
Una mujer llora tras conocer la muerte de dos de sus vecinos.CRISTÓBAL MANUEL

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