Sombra desde EE UU
La crisis de las hipotecas de alto riesgo ha terminado por contagiar a la economía real
La sombra que se proyecta sobre la salud económica y financiera del mundo, como ya ocurriera con la que sigue pesando sobre la geopolítica, no proviene hoy precisamente de las economías menos desarrolladas, sino de la principal economía del mundo. La propia Reserva Federal ha advertido de la pronunciada desaceleración a que se encuentra abocada la economía de Estados Unidos, como consecuencia de las serias dificultades que están experimentando los principales bancos del país, obligados a asumir cuantiosas pérdidas derivadas de las insolvencias de las hipotecas de alto riesgo.
Su transmisión a la economía real es ya un hecho: un mayor racionamiento del crédito, y a precios más elevados, limitarán las posibilidades de crecimiento del gasto de las familias y de las empresas. Todo ello en un contexto en el que continúa el descenso de los precios en el sector inmobiliario: del valor de la riqueza acumulada en activos de esa naturaleza. La combinación de contracciones significativas en el consumo, responsable de tres cuartas partes del PIB estadounidense, con un dólar significativamente depreciado y precios del petróleo demasiado elevados, puede tener implicaciones adversas para el conjunto de la economía mundial.
De acuerdo con ese diagnóstico se han alimentado expectativas de reducciones adicionales de los tipos de interés en Estados Unidos, a pesar del repunte reciente de la inflación. Una tesitura no muy distinta de la que afrontan otros bancos centrales, entre ellos el Banco Central Europeo. Los precios de la energía y de los alimentos, en gran medida circunstanciales, coexisten con revisiones a la baja de las perspectivas de crecimiento y, lo que es más relevante, con la contaminación de las tensiones en los mercados de crédito.
Aun cuando el margen de maniobra del Banco Central Europeo sea mayor que el de la Reserva Federal, entre las decisiones más razonables a adoptar en los momentos actuales no está precisamente la de elevar los tipos de interés. Los riesgos que pesan sobre el crecimiento económico son de mayor trascendencia que el retraso en reconducir la tasa de inflación al límite del 2%, considerado como expresivo de la estabilidad de precios por el Banco Central Europeo.
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