Desaceleración
La publicación de los datos detallados de la contabilidad nacional del tercer trimestre confirmó el avance hecho por el INE una semana antes: el PIB creció un 0,7% (2,9% en tasa anualizada) sobre el trimestre precedente y un 3,8% sobre el mismo trimestre de 2006 (véanse los gráficos adjuntos). En ambos casos estas tasas son dos décimas inferiores a las del trimestre previo, lo que confirma la desaceleración del ritmo de crecimiento de nuestra economía, que se inició tímidamente tres meses antes. Esta ligera desaceleración es exactamente la que habíamos previsto los analistas antes del verano, lo que traigo a colación no para señalar que algunas veces acertamos, sino para poner de manifiesto que los datos no son tan malos como cabría esperar a la vista del fuerte deterioro del clima económico que se produjo en agosto y septiembre. También es extensible esto al comportamiento de las economías de EE UU y de la zona del euro. La crisis de las subprime, además de mermar de forma notoria los elevados beneficios de unos cuantos bancos y fondos de alto riesgo, tendrá efectos, sin duda, sobre la economía, pero más adelante, y tampoco tenemos claro ahora la intensidad de dichos efectos.
Los servicios, que suponen el 50% del valor añadido de la economía española, han acelerado el paso
Desde el punto de vista de la demanda, el menor crecimiento del PIB viene causado sobre todo por la moderación del gasto de las familias, tanto en consumo como en inversión en viviendas, lo cual estaba cantado desde hace tiempo. Hay que aclarar que la inversión en viviendas que la contabilidad nacional anota cada trimestre no es lo mismo que las viviendas compradas por los hogares en ese periodo, sino la obra que se ha realizado en el mismo, de modo que la inversión de hoy puede ser el fruto de compras realizadas meses o años atrás o de compras que se realizarán meses o años en adelante. Por eso, como en los dos últimos años se empezaron a construir muchísimas viviendas, ahora la inversión aún registra tasas de crecimiento positivas y, por eso también, es posible predecir que la caída del número de viviendas iniciadas durante este año, que previsiblemente seguirá en el próximo, se empezará a notar en menor actividad constructora en los próximos trimestres e incluso años. Teniendo en cuenta que el fuerte desajuste entre oferta y demanda de viviendas es el factor que más va a influir en el crecimiento de la economía española en los dos próximos años, ello explica que las previsiones se orienten a la baja.
La nota positiva del tercer trimestre, en cuanto a los agregados de la demanda se refiere, es el notable repunte de la exportación, que ha permitido una mejora de la aportación del saldo exterior al crecimiento del PIB, si bien sigue siendo negativa. Lo que ocurre es que este repunte es tan fuerte e inesperado que no puede tomarse como tendencia consolidada. Desde el punto de vista de la oferta, pierden fuelle la construcción y la industria, pero los servicios, que suponen la mitad del total del valor añadido de la economía española, incluso aceleran el paso. Esto es importante, pues si las actividades de servicios son capaces de mantener un crecimiento sólido en los próximos años, podríamos sortear sin demasiados estropicios el ajuste de la vivienda.
¿Va a continuar la desaceleración del crecimiento en los próximos trimestres? Sin duda. Las previsiones apuntan a una tasa interanual del orden del 3,3% en el trimestre en curso, lo que daría una media anual del 3,8%, tasa que podría reducirse un punto porcentual el próximo año. De ello hablaremos el próximo domingo.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).
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