Un técnico del fuego de Guadalajara desmiente a la acusación
El primer técnico de la extinción del incendio de Guadalajara imputado por la muerte de 11 miembros de un retén declaró ayer ante la juez que instruye el caso que fue un accidente imprevisible, que el fuego se apagó con ayuda de un cambio de viento y que los medios fueron los adecuados. Miguel Aguilar, responsable del Centro de Operaciones Provincial el 16 de julio de 2005, cuando se inició el incendio, declaró durante casi nueve horas en un interrogatorio que repitió en gran medida el que hizo hace más de un año como testigo, según fuentes del caso. El juzgado lleva dos años y cuatro meses de instrucción, pero la llegada en junio de una nueva juez, María del Mar Lorenzo, ha dado un giro drástico en la instrucción.
El abogado de nueve de las familias de los fallecidos, Miguel Solano, ha adelantado que pedirá la imputación de algún alto cargo de la Junta de Castilla-La Mancha. Gran parte de la comparecencia se basó en desmentir el informe de un perito contratado por las familias en el que se afirma que apenas hacía viento (Aguilar demostró que sí con los datos de los anemómetros que Iberdrola tiene por toda la zona) y que la falta de ganado facilitó la propagación de las llamas (en el pinar sí pastaban ovejas), entre otros errores de bulto como presentar una foto con la fecha equivocada. Aguilar aportó 160 fotos que muestran la evolución del incendio.
15 imputados
Junto a Aguilar declararán otros cinco técnicos de la Consejería de Medio Ambiente de Guadalajara y un técnico forestal del 112. Con los siete actuales y siete excursionistas que hicieron la barbacoa que originó el fuego y el guarda del paraje, que les dio la lumbre, son 15 los imputados. El fuego devoró 13.000 hectáreas de pinar.
Aguilar está imputado por un presunto delito contra los trabajadores y de imprudencia. Las familias de nueve víctimas le culpan de no declarar a tiempo el nivel de alerta que obliga a coordinar la extinción al Gobierno central. Aguilar explicó que lo activó después de conocer la muerte de sus compañeros, lo que coincidió con un cambio de viento que permitió atacar mejor las llamas. El técnico insistió en que 600 personas coordinadas abrieron 144 kilómetros de cortafuego. El único superviviente ha declarado ante el juzgado que una explosión de fuego engulló al retén.
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