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Los furanchos deberán pedir licencia y no servirán alimentos cocinados

La Xunta quiere meter en cintura a los populares furanchos, las tabernas de tapadillo que, con la excusa de vender los excedentes de vino casero, a menudo compiten de forma desleal con bares y restaurantes. Industria presentó ayer el proyecto de decreto que regulará el funcionamiento de estas tabernas, unas 800, según los cálculos de la consellería, que obligará a sus propietarios a conseguir licencia municipal y de la Xunta y les impedirá vender alimentos elaborados en el propio local.

Los furanchos o loureiros han proliferado en los últimos años, especialmente en casas particulares de las parroquias rurales del entorno de Vigo. La tradición proviene de la Edad Media, cuando las bodegas exhibían una rama de laurel en sus puertas para anunciar el vino nuevo, pero han evolucionado de tal manera que se han convertido en auténticos bares y restaurantes que incluso organizan banquetes de boda. La Federación Provincial de Empresarios de Hostelería instó a la Xunta a ordenar el sector, como pretende el decreto de Industria.

El conselleiro Fernando Blanco adelantó que la normativa creará para los furanchos una nueva categoría de establecimientos turísticos de restauración, diferenciada de cafeterías, bares y restaurantes. Entre los requisitos que deberán cumplir se encuentra el de contar con iluminación y ventilación natural, y que el vino no sea embotellado, sino procedente de barril. Los alimentos deberán cumplir normas mínimas de etiquetaje y procedencia, sin que puedan ser elaborados en el propio local. También estarán sujetos a las normas municipales, sanitarias y de accesibilidad.

Los responsables de los furanchos deberán acreditar cada año su declaración de producción de vino y obtener permiso de apertura y clasificación turística, que concederá Industria. Esa autorización permitirá supervisar el período de funcionamiento, la exhibición de los precios a los clientes, las hojas de reclamación o las condiciones de accesibilidad. Los loureiros también deberán contratar una póliza obligatoria de responsabilidad civil.

Antes de comenzar su actividad, los furanchos tendrán que lograr una autorización municipal, al igual que el resto de establecimientos hosteleros. El decreto, que se aprobará la semana próxima, pretende fijar un marco de referencia para todos los establecimientos que evite la competencia desleal. Fernando Blanco aseguró que la consellería realizará en torno a las 150 inspecciones anuales, por lo que vaticinó que muchos de los actuales furanchos desaparecerán y otros se reconvertirán en bares o restaurantes.

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