El tren del polvo

No está claro que los usuarios no deban proveerse de una mascarilla para protegerse del polvo cuando viajen en el AVE Madrid-Valladolid, que será inaugurado el 22 de diciembre. El ensayo realizado el pasado jueves, con la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, como privilegiada testigo, se desarrolló en medio de molestas nubes de polvo cuando el tren se adentraba por los túneles. Álvarez tuvo la suerte de que la polvareda no llegara a su vagón, pero a sus pobres colaboradores se les debió atragantar el desayuno.

Tampoco está claro que la gracieta que Zapatero hizo el jueves por la noche en el programa de Andreu Buenafuente, en La Sexta, sobre el caos en el servicio de Cercanías en Barcelona le vaya a devolver la confianza de esos 150.000 viajeros que desde hace un mes padecen la suspensión de tal servicio como consecuencia de los socavones descubiertos en las obras del AVE. El jefe del Gobierno se prestó a la petición del famoso animador de parodiar que éste llegaba con gran retraso a la cita de Moncloa. "Me imagino que venías en Cercanías", le dijo Zapatero a Buenafuente.

El chiste le ha valido tal catarata de críticas de los partidos catalanes, que a buen seguro el presidente se habrá arrepentido ya de la payasada. Más de un usuario debe estar practicando vudú con una foto de Zapatero al escuchar, como éste manifestó ayer ante el Comité Federal del PSOE, que "las cosas van a terminar bien" en Barcelona y Cataluña.

Desde luego, resulta difícil que vayan peor; pero no imposible, si uno se atiene al Principio de Peter de que todo lo que mal empieza es susceptible de empeorar. Es un alivio que ayer se reanudara parcialmente el servicio de Cercanías. Habrá que ver, no obstante, qué sucede mañana cuando los convoyes empiecen a ser utilizados masivamente. Álvarez anunció que el servicio será gratis hasta que llegue el AVE, una propina que ofende más que ayuda a los usuarios.

Moncloa ya ha manifestado que no atenderá la reprobación votada por el Parlamento catalán, con apoyo de todos salvo el PSC. Los socialistas catalanes, que no la aman, han sufrido un revolcón por su culpa. Como no parece que vaya a ser despedida en vísperas electorales, Buenafuente la llama la ministra de Momento.