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Barcelonas: modelos para armar

Joan Subirats

"Entro sin saber cómo en mi ciudad, a veces otras noches salgo a calles o casas y sé que no es mi ciudad, mi ciudad la conozco por una expectativa agazapada...".

Julio Cortázar, de 62-Modelo para armar.

Estamos en pleno debate sobre el Plan de Actuación Municipal (PAM) para el periodo 2008-2011 en Barcelona. El Ayuntamiento ha impulsado un proceso de consulta que incorpore la opinión de los barceloneses (www.bcn.cat/pam). En el apartado del PAM dedicado a la definición de las prioridades se reivindica la existencia de un "modelo Barcelona", que sabría "combinar el crecimiento con la cohesión social..., la diversidad con la convivencia..., y un modelo de gestión y de servicios públicos comprometido a articular participación y proximidad con eficacia, eficiencia y responsabilidad en sus resultados". Es curioso que se insista en la existencia de este modelo cuando últimamente se han acumulado las críticas al respecto (la última de ellas en una revista municipal, Barcelona Metrópolis). A pesar de ello, el PAM acepta que convienen nuevas formas de respuesta a los retos recientes. Y es significativo en este sentido que se apunte de manera destacada a la necesidad de evitar los peligros de las fracturas o procesos de segregación social, impulsando políticas públicas de proximidad.

Tenemos muchas Barcelonas. Y son necesarias varias estrategias diferentes para conseguir los objetivos generales

Es urgente que se eviten los triunfalismos y la suficiencia, sobre todo cuando sabemos que tenemos notables desigualdades internas en la ciudad, que junto con la creciente heterogeneidad que preside la evolución de Barcelona en los últimos años, obligan a actuar de manera decidida si se quieren mantener los valores proclamados. El propio Ayuntamiento dispone de un magnífico instrumento de análisis elaborado por su Gabinete Técnico de Programación (www.bcn.es/publicacions/pdf/rfd.pdf), en el que se analiza la situación de la renta familiar disponible en Barcelona, comparando la situación en 2000 y en 2005, y haciéndolo de manera micro, al tomar como unidad de análisis las llamadas "zonas de investigación pequeñas"; es decir, 248 unidades que dan un mapa lleno de matices en el interior de los 10 distritos de la ciudad. Lo primero que se constata en el bien fundamentado trabajo es que apenas si han variado las notables desigualdades internas entre 2000 y 2005. Hay una pequeña mejora de la equidad, pero predomina la continuidad de un escenario en el que las distancias entre las zonas que acumulan más renta familiar y las menos dotadas son muy relevantes. Entre la zona denominada RCD Espanyol, correspondiente a la ubicación del antiguo campo de Sarrià, y la zona de Baró de Viver, la diferencia es de 243 a 43, siendo 100 la media de renta familiar disponible en el conjunto de la ciudad. Esas seis veces más de renta de una zona a otra, que representa el punto culminante de la desigualdad interna, no es excepcional, ya que hay otras zonas que superan el 200 (Tres Torres, Pedralbes, Palau Reial, Pl. Adrià, Turó Parc), mientras que las hay que no llegan a alcanzar la cifra de 55 (Besòs-Mar, Trinitat Nova, Ramón Albó, Vallbona, calle de La Cera, calle de Cervera-Aixada). De manera más general, diríamos que hay unas 130 zonas que se sitúan en la franja intermedia (entre los 126 y los 79 de nivel de renta familiar disponible), mientras que hay 43 zonas que están por encima y 74 zonas que se sitúan claramente en la parte baja de la tabla. Cabe subrayar que en la construcción del indicador de renta, se han tenido en cuenta, no sólo variables económicas, sino también de nivel de titulación, situación de empleo, parque de vehículos existente, así como el precio de las viviendas de segunda mano en cada área.

No hay una Barcelona. No podemos seguir hablando del éxito de Barcelona, o de la capacidad de generar riqueza de la ciudad, si inmediatamente no incorporamos cómo se distribuyen costos y beneficios, quién gana y quién pierde. El mapa de desigualdad de la ciudad (en educación, en salud, en bienestar...) que surge de ese análisis micro, confirma lo que ya sabemos en relación con la concentración de personas con más posibilidades vitales en zonas como Sarrià-Sant Gervasi, Les Corts, alguna zona del Eixample y la novedad de Villa Olímpica en Sant Martí. Mientras que las personas con más dificultades se concentran en los distritos de Nou Barris, Ciutat Vella, y algunas zonas de Sant Andreu, Sant Martí y Sants-Montjuïc. En este sentido, y como se destaca en las conclusiones del estudio, mientras que en Nou Barris, Sants-Montjuïc o Sant Andreu no hay zona que alcance el valor medio de la ciudad, en Sarrià-Sant Gervasi o Les Corts ocurre exactamente lo contrario, todas sus zonas están por encima de ese valor medio.

Tenemos muchas Barcelonas. Y seguramente necesitamos varias estrategias diferenciadas para conseguir los objetivos generales definidos en el PAM. Objetivos, por otro lado, que en su literalidad son perfectamente aceptables y encomiables. Lo que convendría es establecer prioridades que permitan que el salto en 2011 sea notablemente más apreciable de lo que ha sido en estos años pasados, en que la desigualdad interna apenas si ha decrecido. Se puede argumentar que de no haberse producido un notable esfuerzo en dedicar más recursos y concentrar los esfuerzos en evitar la exclusión en la ciudad, los resultados serían peores. Y seguramente es cierto. Pero, al mismo tiempo, ello indica que no podemos abordar la nueva etapa desde el convencimiento de que "vamos bien". La nueva Barcelona tiene muchas Barcelonas que sumar y muchos modelos para armar. Y, gracias a trabajos como el aquí reseñado, disponemos de diagnósticos precisos que nos permiten aproximaciones mucho más sensibles y apropiadas para redistribuir recursos y combinar políticas desde las lógicas de proximidad, participación y protagonismo comunitario, que sería deseable que se pusieran de una vez en práctica.

Joan Subirats es catedrático de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Barcelona

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