Inflación y paro al alza
Hace justo un año titulaba esta columna Inflación y paro a la baja. Casualidades de la coyuntura, hoy el título puede ser el mismo, pero al revés. En cuanto a la inflación, no es tanto porque haya cambiado la tendencia de fondo de los precios (la tasa anual de la inflación subyacente es hoy prácticamente la misma que hace un año), sino por la volatilidad del precio del petróleo, que se traslada al IPC.
Hace un año dicho precio se orientaba a la baja, con una cotización media en octubre de 45,8 euros por barril, mientras que ahora se orienta al alza, superando los 60 euros (90 dólares). Ésta es la causa fundamental de que la inflación, medida por el IPC armonizado, haya saltado del 2,2% en agosto al 3,6% en octubre, según el flash que adelanta el INE un par de semanas antes de su publicación definitiva.
El crecimiento del PIB se redujo en unas dos o tres décimas durante el tercer trimestre
A este efecto del petróleo se está añadiendo en los últimos meses las subidas de los precios de los alimentos elaborados, que recogen los aumentos anteriores de las materias primas con las que se elaboran. Estos factores son comunes a todos los países del área del euro y por ello la inflación de la zona ha pasado del 1,7% en agosto al 2,6% en octubre. La subida es menor que en España, por lo que el diferencial ha aumentado de 0,5 a 1 punto porcentual, debido a que en el resto de países el impacto del precio del petróleo en términos relativos es menor como consecuencia del mayor peso que tienen los impuestos en el precio final de los combustibles y carburantes. Por eso las variaciones del diferencial de inflación debidas al petróleo no deben confundirse con mejoras o desmejoras de la competitividad-precio.
El aumento de la inflación y las consiguientes presiones al alza de los salarios van a complicar las cosas al BCE, que difícilmente podrá, como asumen algunos analistas, bajar los tipos de interés. Más bien, si el crecimiento de la zona sigue relativamente fuerte y las presiones salariales se confirman, es posible que tenga que subirlos.
Más significativos de un cambio de tendencia que los datos del IPC fueron los de la EPA del tercer trimestre (véanse los gráficos adjuntos). El crecimiento trimestral del empleo, corregido de variaciones estacionales (todas las cifras que se dan a continuación lo son en estos términos), fue de 101.300 personas (2% en tasa anualizada), cifra que no llega a los dos tercios del aumento que se produjo en el mismo periodo del año anterior, lo que se reflejó en una disminución de la tasa interanual del 3,4% al 3,1%.
Muy significativa fue la pérdida de unos 10.000 empleos en el sector de la construcción, lo cual revela la causa fundamental de la desaceleración del crecimiento de la economía española que ya estamos observando y que prevemos continúe en los próximos años. Junto a la moderación de la demanda de trabajo (ocupados), la oferta (población activa) incrementó su ritmo de crecimiento, aumentando 178.000 personas en el trimestre. Ello provocó un aumento del paro de 76.700 personas respecto al trimestre anterior. La tasa de paro, que se mantuvo estable en términos brutos, subió del 8% al 8,3% en términos desestacionalizados.
La EPA reafirmó, pues, dentro de los márgenes de confianza propios de todas las encuestas, nuestra previsión de hace un mes, y la más reciente y respetable del Banco de España, de que el crecimiento del PIB se redujo en unas dos o tres décimas en el tercer trimestre. Veremos qué nos dice el INE dentro de unas semanas.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).
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