Rice: "EE UU no respalda esta decisión"
Un día antes de que Pervez Musharraf anunciara la declaración del estado de emergencia, un alto emisario norteamericano, el almirante William Fallon, jefe de las fuerzas de Estados Unidos en esa región, trataba de convencer al presidente de Pakistán de la inconveniencia de tomar ahora ese tipo de medidas de excepción. Es obvio que esa gestión fue en vano. Como fracasaron los intentos de la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, de torcer la voluntad de Musharraf, un aliado clave de EE UU en la guerra contra el terrorismo.
Desde que el enfrentamiento entre Musharraf y los miembros del Tribunal Supremo de su país alcanzaron en verano un nivel crítico, Rice ha conversado cuatro veces con el presidente paquistaní. El jueves, cuando la secretaria de Estado viajaba a Turquía, hizo una declaración a los periodistas advirtiendo de que la Administración norteamericana "no respaldaría ningún tipo de medidas extraconstitucionales" en Pakistán. Ayer, entrevistada por la cadena CNN, repitió que su Gobierno "no respalda esta decisión". La Casa Blanca, que se siente "decepcionada", espera que no afecte a la senda de recuperación de la democracia.
La medida tomada por Musharraf deja en mala situación su relación con EE UU y complica en general la estrategia de este país en la región. Aunque Washington demanda de Musharraf energía y contundencia en la represión de los grupos terroristas que abundan en territorio paquistaní (incluso más energía de la que ha demostrado), no quiere que eso se haga al precio de menos democracia.
El Gobierno de Estados Unidos fue, junto al británico, decisivo en la articulación del compromiso que permitió el regreso a Pakistán de la ex primera ministra Benazhir Bhutto. Los planes consistían en fortalecer a Bhuto con el propósito de potenciar la democracia buscando una convivencia con Musharraf.
