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Reportaje:DE VIAJE

Para crear y mirar

Nacho Checa llegó a Lisboa hace 22 años, cuando tenía 18. Catalán, se había fugado de casa y de España para librarse del servicio militar obligatorio. "Venía prófugo, pero luego me presenté en la Embajada y objeté. A la mili y al Estado español". Por consiguiente, Checa sigue en Lisboa, y además de tener una hija ibérica y adolescente -que no para de dejarle llamadas perdidas-, habla portugués con soutaque alfacinha (acento de Lisboa), y es uno de los grandes animadores de la emergente movida cultural de la capital portuguesa.

Bueno, el animador no es Checa en persona, sino más bien el lugar donde trabaja (por llamarlo de alguna manera). Checa es el director del área de artes visuales del Ze dos Bois (Pepe el de los Bueyes), una asociación cultural sin ánimo de lucro situada en un imponente edificio del Barrio Alto, que les ha prestado temporalmente el Estado, que hace 10 años era una ruina total y que hoy tiene 2.700 metros cuadrados hábiles con salas de conciertos y exposiciones, librería y biblioteca, alojamiento para visitantes, bar y centro de documentación.

Un sitio diferente y alternativo, con actividades múltiples y preferentemente nocturnas (cuando en la Rua de Barroca hierve la joven marcha local) que, por paradójico que resulte, basa su éxito y su supervivencia "en el capitalismo más salvaje y en palabras horribles como inversión, plusvalías, rentabilidad y negocio", dice Checa mientras paseamos por el inmenso local.

La idea nació en 1994, ocupando un espacio abandonado en la vecina Rua da Vinha. Con el tiempo, el ZDB no ha hecho otra cosa que crecer y desarrollarse, hasta convertirse en una referencia obligada para los jóvenes artistas que anhelen trabajar en lo suyo y poder vivir de ello. "Somos una iniciativa civil, lo que es raro, que funciona dando mecanismos de legitimación a los artistas, lo que es más raro todavía, y que les ayuda a pensar y a crear, financiándoles la producción de su obra, lo cual ya es casi un milagro", dice Checa entre bromas y veras.

En este momento, el ZDB tiene en nómina a nueve artistas portugueses, uno francés y uno angoleño. Mientras algunos de ellos trabajan en la primera planta, Checa sigue contando cómo surgió todo: "Teníamos 25 años, el sistema del arte se había montado ya en Portugal y mientras gente como Molder, Croft o Cabrita lograron instalarse bien, otros, los que salían justo entonces de la escuela y salieron más tarde, se quedaron sin nada".

"Así que nos juntamos 25 personas y creamos una plataforma civil, con la estrategia de ayudar a los artistas con independencia pero también con profesionalidad". La gente ya formada sin galerista, estudio, contactos ni un futuro demasiado claro daba y da el perfil ideal para entrar en el ZDB. La idea funciona como una especie de beca colectiva con residencia de día.

Los artistas no duermen allí, pero trabajan en el centro durante dos años con los demás creadores. "Nosotros invertimos 50.000 euros en cada uno y les ayudamos a producir, incluso si necesitan hacer estallar un camión cisterna se lo pagamos, y a la vez les vamos ayudando a reflexionar. Al final, metemos una cuña para que entren en el circuito internacional. ¡Y sólo cobramos un módico 20%!".

La historia del arte contemporáneo portugués, según Checa, fue en los años noventa una especie de quiero y no puedo desesperante porque "el mercado era limitado, coleccionistas había muy pocos y las galerías, que son unas gandulas, ayudaban sólo a los consagrados".

Así que el ZDB se fue haciendo imprescindible como cantera y adquiriendo reputación como trampolín internacional. "No prometemos Arco ni Basilea, pero accedemos bien al circuito de los Kunsthalles alemanes, los centros culturales portugueses como el Culturgeist, la Bienal de São Paulo, PhotoEspaña, el Musac...".

Checa pone el ejemplo último de Pedro Paiva y João María Gusmão, que acaban de exponer en León y São Paulo. El potencial de los jóvenes portugueses para el arte contemporáneo, sostiene, es "fantástico". "Se esfuerzan mucho y les gusta salir fuera; aunque el ministerio no funciona, la Fundación Gulbenkian ayuda mucho con becas, la gente se va a estudiar a Londres, a París, Nueva York y los resultados son estupendos".

Poco a poco, conscientes de que lo joven, lo étnico y lo alternativo iba ganando terreno, sabiendo que "la cultura mueve más dinero que la industria del automóvil", y captando que el público portugués "es curioso y más cosmopolita que el español", el ZDB fue abriéndose a organizar actividades propias; ahora ocupa dos espacios distintos en el Barrio Alto. En la sede principal están las salas de exposición y conciertos, y el llamado NEGÓCIO se dedica desde 2005 a albergar performances.

Cada año, el ZDB da entre 150 y 180 conciertos, organiza 10 exposiciones y 50 performances, con piezas de teatro y danza. "Hacemos las cosas más raras de la ciudad, pero tenemos éxito. Lisboa es una capital pequeña pero activa y cosmopolita, quizá menos nacionalista que Madrid o Sevilla", señala Marta Furtado, responsable del programa de danza y teatro.

Más números: 25.000 espectadores anuales, 1.200 niños de 13 escuelas cercanas invitados para visitas guiadas, 10 empleados fijos y 15 temporales, 300.000 euros de presupuesto, de los cuales un tercio lo aporta el Estado portugués, entradas de 5 a 10 euros los conciertos, 2 euros las exposiciones.

Además, la biblioteca (abierta por las tardes de miércoles a sábado, el fin de semana hasta las dos de la mañana) tiene publicaciones especializadas, audiovisuales de los años noventa desarrollados en el propio ZDB, y ediciones de otros centros de arte. El ZDB Colectivo, otra área singular, programa conferencias: es "una red de intercambio y reflexión que propicia la coautoría y toca todas las sensibilidades y temas", desde el compromiso cívico, al aborto o el precio de un vino portugués.

La estrella este mes es la coreógrafa española Sonia Gómez, que ha presentado los días 19 y 20 en el NEGÓCIO su nuevo espectáculo: Las Vicente matan a los hombres, continuación del anterior, Mi madre y yo (que ya vino en 2006), y creado e interpretado por Rosa Vicente y por su hija, que es la propia Sonia Gómez.

Ah, casi nos olvidamos. ¿Por qué demonios se llama Ze dos Bois? "Nos bautizó Tiago Gomes, un poeta genial que dirigía una revista que se llamaba Biblia. Su lema era: 'Biblia, más leída que la otra".

Ze dos Bois. Rua de Barroca, 59. Barrio Alto, Lisboa (www.zedosbois.org/).

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