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Reportaje:

Enrique, cazador furtivo

El nieto de la reina de Inglaterra, interrogado tras la muerte de tres aguiluchos pálidos

El príncipe Enrique, nieto de la reina Isabel y tercero en la línea de sucesión al trono británico, ha sido interrogado por la policía tras la muerte a tiros de dos aguiluchos pálidos (Circus cyaneusv, en su nombre en latín, hen harriers en inglés) en una finca de la reina en el norte de Inglaterra.

La caza de esta especie amenazada de extinción es ilegal y los infractores pueden ser condenados a penas de hasta 13.300 euros y seis meses de cárcel. Se estima que hay sólo 20 parejas de esta especie en Inglaterra, aunque en el conjunto del Reino Unido superan los 500 ejemplares.

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Enrique, de 23 años, estaba de cacería en la noche del pasado miércoles en la finca de la reina en Sandringham junto a un amigo y vecino, uno de los hijos del multimillonario Hugh van Cutsem. Se cree que eran los únicos cazadores en el lugar cuando fueron abatidos dos ejemplares de aguilucho pálido cerca de la reserva natural de Dersingham Bog. Su muerte fue presenciada por tres naturalistas que estaban admirando la pareja de halcones en ese momento: un empleado de Natural England, el organismo gubernamental encargado de la conservación de la naturaleza, acompañado de dos aficionados a la ornitología.

Una portavoz de Clarence House, la oficina del príncipe de Gales y de sus dos hijos, Guillermo y Enrique, confirmó que el príncipe ha sido interrogado por la policía. "Debido a que el príncipe Enrique y un amigo estaban en la zona en ese momento, la policía ha estado en contacto con ellos y les ha preguntado si tenían alguna información que pudiera ser de ayuda. Por desgracia, no tenían conocimiento del citado incidente", declaró la portavoz. La policía de Norfolk confirmó que había interrogado a tres personas acerca del incidente pero no confirmó si estaba el príncipe entre ellas ni si el tercer interrogado era uno de los testigos o un tercer cazador.

El incidente es especialmente delicado porque la familia real británica ha tenido siempre en su defensa de la naturaleza uno de los mejores -y probablemente uno de los escasos- focos de publicidad positiva. En especial el príncipe Carlos, que ha procurado introducir la agricultura biológica en sus fincas. Pero lo es sobre todo para el joven Enrique, protagonista de incidentes polémicos. Su imagen de niño caprichoso y frívolo se estaba disipando desde que hace dos años decidió seguir la carrera militar y se echó novia Pero de vez en cuando sigue protagonizando alguna que otra discusión con los fotógrafos que le esperan a la salida de las discotecas. Su frivolidad tocó techo y casi se convirtió en un problema político cuando se presentó vestido de oficial nazi en una fiesta de disfraces.

Enrique de Inglaterra, ayer en la Real Armada de Buceo de Portsmouth.
Enrique de Inglaterra, ayer en la Real Armada de Buceo de Portsmouth.EFE

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